Es cierto, hoy mi reto es valiente, bastante arriesgado y probablemente demasiado subjetivo. Sin embargo, compartí en otra entrada la importancia de los detalles, incluso me atreví a reivindicar la importancia de las raíces. Por eso, me propongo rastrear el secreto de la felicidad, sin grandes aspiraciones, sin tratar de tener la razón y, desde luego, sin certezas absolutas.
¡La felicidad! Nos pasamos la vida buscándola, persiguiéndola para sentirla, para exprimirla, para poseer el don escaso de haberla disfrutado y, en los tiempos en los que vivimos, para poder contarlo y adornarlo con una foto. Por supuesto, para empezar recurro a la RAE.
Felicidad: Estado de grata satisfacción espiritual y física. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz. Ausencia de inconvenientes o tropiezos.
Se ha escrito muchísimo sobre la felicidad, tal vez en exceso, porque siempre ha sido un deseo recurrente en el ser humano.
En mis reseñas, he destacado algunas frases sobre la felicidad, dentro de mis fragmentos preferidos:
«A prueba de fuego» de Javier Moro:
«La felicidad se escurre, no tiene forma, se escapa por una rendija sin que lo percibamos. Es difícil reconocerla, y cuando nos damos cuenta de que nos bañamos en ella, es porque ya nos falta» (página 90)»
«El alma de las flores» de Viviana Rivero:
«Y, triste congruencia: cuando se viven tiempos felices, nadie atina a precaverse para sortear los tiempos tristes. Sumergidos en una felicidad que se asume eterna, preferimos confiar en que nunca sufriremos. Pero no hay ser humano que se salve de atravesar malas temporadas » (página 12)
«El fuego invisible» de Javier Sierra:
«La clave de una vida feliz, querido David, es que aprendas a dirigir bien tus sueños. Tu visión. Que descubras qué forma dar a esa «nada» que a la vez es «todo». (…) Sólo tienes que encontrarlo y asegurarte de que nadie te lo robe» (página 317)
«Con el amor bastaba» de Máximo Huerta:
«Nadie conoce el secreto de la alegría. Sucede» (página 163)
«Candela» de Juan del Val:
«A veces creo que la felicidad no es más que una capacidad. Hay gente que la tiene para las matemáticas, otra para el deporte, otra para escribir… y alguna para ser feliz» (página 88)
«El día que se perdió el amor» de Javier Castillo:
«Dentro de la felicidad siempre subyace el miedo a perderla»
Añado, a estos fragmentos, una frase de Hermann Hesse, escritor, poeta, novelista y pintor alemán:
«La felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz».
O esta otra tan famosa de Víctor Hugo:
«La felicidad suprema en la vida es tener el conocimiento de que eres amado por ti mismo, o más exactamente, amado a pesar de ti mismo».
También quiero compartir un poema de Fernando Pessoa «Si yo pudiera morder la tierra toda»:
Si yo pudiera morder la tierra toda
y sentirle el sabor sería más feliz por un momento…
Pero no siempre quiero ser feliz
es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural…
No todo es días de sol
y la lluvia cuando falta mucho, se pide.
Por eso tomo la infelicidad con la felicidad.
Naturalmente como quien no se extraña
con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas…
Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la
infelicidad.
Sentir como quien mira. Pensar como quien anda,
y cuando se ha de morir,
Recordar que el día muere y que el poniente
es bello y es bella la noche que queda.
Así es y así sea.
Y la poesía de Pedro Salinas «Posesión de tu nombre»:
Sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
«Ven»: y tú llegas quedo;
«vete»: y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!)
pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.
Permitidme, por favor, una última referencia. Son palabras de Mario Benedetti, escritor, dramaturgo y periodista uruguayo:
«La teoría de ella, la gran teoría de su vida, la que la mantiene con vigor, es que la felicidad, la verdadera felicidad, es un estado mucho menos angélico y bastante menos agradable de lo que uno tiende siempre a soñar. Ella dice que la gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada nada más que por haber creído que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo. No, dice ella, la felicidad es bastante menos (o bastante más, pero de todos modos, otra cosa) y es seguro que esos presuntos desgraciados son en realidad felices, pero no se dan cuenta, no lo admiten, porque ellos creen que están muy lejos del máximo bienestar».
En realidad, ¿qué es la felicidad? Sin duda, es un sentimiento escurridizo, breve, difícil de reconocer cuándo está pasando, que sucede casi siempre inesperadamente, que descubrimos generalmente cuando ya ha pasado, que se asocia al amor, que se genera a menudo desde las cosas más pequeñas y que, mientras está sucediendo, produce cierto temor de perderla.
Y añadiría que, con frecuencia, tiene sabor a recuerdo, a añoranza de momentos especiales, a emociones bonitas que vienen de la mano de nuestra memoria, porque cuando es presente nos esforzamos en disfrutarla y en llenar nuestro corazón de esa sensación tan agradable y, a la vez, tan efímera. No obstante, no es pasado, se conjuga en presente.
A partir de ahí, creo que existen tantas felicidades como personas. Porque yo he sido feliz en la orilla de un río con lo pies descalzos y los ojos cerrados, llenándome de polvo haciendo el Camino, leyendo diez veces seguidas el párrafo de un libro, oliendo el papel nuevo de una novela que acaba de llegar a mis manos, sorprendiéndome con el «sí» de un autor a mi petición de entrevista, escribiendo mis relatos sabiendo que no ganarán un premio, bailando entre campos de lavanda apartados, buceando entre peces de colores, despertando de una siesta abrazada a quien quiero…
También estoy segura de que, para cada persona, existen tantas felicidades como días tiene su vida, o como instantes forman su existencia. Porque ahora mismo, lo que yo pienso que me da la felicidad en esta etapa no me la daba en mi niñez, ni en mi juventud, ni hace cinco minutos… Ahora soy feliz cuando todo está en calma, cuando no hay problemas o preocupaciones que enturbien el momento, cuando nada inoportuno estropea mi bienestar, mi tranquilidad, mi paz.
He aprendido, muchos años y disgustos después, que la felicidad no es incompatible con la tristeza, ni con la soledad, ni con esas personas que se empeñan en aguarte la fiesta, ni con un pequeño contratiempo… Que debemos buscarla en nosotros mismos, con paciencia y dedicación, aprendiendo de nuestros errores e ignorando, en la medida de lo posible, aquello que nos hace daño aunque duela al principio… Y que si no esperas nada de nadie no te llevas ningún chasco y, así, todo lo que te dan es un maravilloso regalo que no debes olvidar agradecer.
Claro, tenéis razón, no es nada fácil y hay aspectos, ausencias, pérdidas, fracasos, gente, situaciones y deslealtades que se empeñan en desviarte del camino… Pero ¿quién dijo que lo fuera? El esfuerzo merece la pena, segurísimo. No hay que tener miedo a mostrarte como eres, a ser amigo sin condiciones, a apoyar a quien quieres, a escuchar sin prisa, a estar ahí cuando te necesiten… Pase lo que pase, serás tú quien ha ganado, tú quien ha crecido, tú quien duerme sin sobresaltos, tú quien está orgulloso de su comportamiento…
Estoy completamente convencida de que para ser felices durante esas ráfagas que van coloreando nuestra existencia, primero hemos tenido que ser infelices, hemos tenido que sufrir la pena y el dolor. Y eso nos ha hecho más fuertes y nos ha permitido ir descartando cosas por el camino. La decepción es parte del proceso y hay que gestionarla.
Tengamos cuidado con nuestras expectativas, con nuestras metas… No te machaques, no te presiones, no seas tan exigente contigo mismo. Tal vez si dejas de perseguir la felicidad, aparece sin más. Es probable que si te empecinas en ser feliz, te cueste asimilar que, en la vida, siempre va a ver cosas negativas, sentimientos crueles, personas tóxicas y maldad.
La felicidad es una forma de afrontar el presente, el ahora, sin pensar mucho más allá, sin olvidar la importancia de los detalles, siendo generosos y, al mismo tiempo, egoístas. Es una fórmula complicada, pero casi siempre, está a nuestro alcance. Sonríe, camina, canta, baila, prueba, atrévete, no te rindas, pelea, dedícate, párate, no hagas nada o métete en mil jardines… ¡Haz todo lo que aporte a tu bienestar!
***
¡Empecemos con algo sencillo! No te vayas hoy a la cama sin haber sido feliz, encuentra algo, enciende unas velas, disfruta de un capítulo de tu serie preferida, camina bajo la lluvia, pisa la hierba descalzo en el parque, pasea por uno de tus rincones favoritos, tómate un café con espuma en un lugar bonito, pon una canción que te encante y cántala muy alto, desvía tu vuelta a casa y pasa por ese edificio que te asombra…
Solamente tú sabes lo que te proporciona felicidad, no te prives, no escatimes, no lo dejes para otra ocasión. Y, si es factible, compártelo junto a esa compañía que añade más placer, más bienestar, más deleite, más dicha, más satisfacción…
Bonitas reflexiones!
¡Muchísimas gracias Eugenia por tu visita y por dejar tu comentario! Me alegra saber que te han gustado mis relexiones. ¡Te espero por aquí siempre que quieras!
Mis palabras con Letras.
Son la elegancia al escribir. Me impactaron dos frases:
«El que sabe amar es feliz», y,
«La felicidad no es incompatible con la tristeza, ni con la soledad…»
Esta última me reconforta porque vivo solo, soy viudo desde hace casi siete años. Vivo en la soledad, por cierto así se llamaba mi madre: Soledad Diego Radilla, epd.
¡Muchas gracias Ernesto por tu visita y por tu comentario! Gracias por compartir con todos las frases que te han impactado. Creo que es totalmente cierto que la felicidad es compatible con otros sentimientos, que no suenan tan positivos. Y vivir solo tampoco es incompatible con la felicidad, porque está en nosotros y en saber encontrar lo mejor de cada momento. Es un bonito nombre. ¡Te espero por aquí siempre que quieras!
Maria Jose: gracias por compartirnos tus reflexiones, estas sabias frases y poesía que tanto me gusta. La felicidad es algo tan subjetivo… a mí me hace feliz conocer personas generosas, amables y cultas como tú que nos das a conocer variedad en la literatura, buenos escritores, entrevistas y visitas a lugares de gran interés.
¡Oh Litz Charry! ¡Muchas gracias por tu visita y, sobre todo, por tu comentario! ¡Me has hecho feliz! Es un comentario precioso y me da un impulso enorme para seguir publicando en esta web que voy construyendo con toda la ilusión del mundo. ¡Un millón de gracias! Leer palabras tan bonitas son parte de mi felicidad. ¡Te espero por aquí siempre que quieras!
¡Muy buenas reflexiones!
¡Muchas gracias Amparo por tu visita y por tu comentario! Me alegra saber que te han parecido muy buenas reflexiones. ¡Te espero por aquí siempre que quieras!