Hace muy poquito me recomendaron una ruta muy bonita: la Gruta helada de los Lecherines, tomé nota rápidamente porque prometía ser espectacular. ¿Para qué esperar? El pasado fin de semana pude disfrutarla y comprobar que merece la pena, no solo por la gruta en sí, el camino es precioso y muy variado. Ahora, os lo cuento.
Dónde empieza
Aunque se puede comenzar desde varios sitios, nosotros la iniciamos desde Canfranc pueblo. Se puede dejar el coche fácilmente en el aparcamiento que hay frente al pueblo, junto a una parada de autobús, y desde allí empezar.
Seguimos un trocito por la carretera, hasta el cartel que indica «Quesería a dos kilómetros». Se asciende un poquito y ya te encuentras con la señal que indica por dónde seguir. hacia la Majada de Gabardito.
El sendero va subiendo, pero de una forma agradable y se pasa por unos muros de piedra (se ven en la foto de arriba). A partir de ahí, se trata de seguir las marcas rojas y blancas del GR.11.1.
El sendero
Hay que continuar por el sendero principal, a pesar de que hay otras indicaciones hacia zonas de escalada. No hay problema, ni dificultad para seguirlo, hay marcas constantemente y ayudan a no perder el camino adecuado.
Pronto vemos el pueblo abajo en los claros que se van abriendo. Impresiona comprobar lo que hemos ascendido.
La senda sube paralela al Barranco de los Meses, bajo un bonito pinar.
Después, llegamos a un desvío, continuamos la pista hacia la derecha. Está perfectamente señalizado, hacia la izquierda indica Villanúa.
Llegamos a la segunda fuente, la Fuente de los Abetazos (altitud 1430 metros). Allí te puedes refrescar si es necesario, incluso para un poquito si lo necesitas.
La pista está en buen estado y transcurre por un abetal.
Caminando, vemos que el paisaje va cambiando y empiezan a aparecer las praderas.
Otro punto importante en la ruta: la cabaña de Gabardito. Nuestra referencia son todavía las marcas blancas y rojas, que van apareciendo cada escasos pasos para que no te desvíes.
Desde ese lugar, hay unas excelentes vistas: al norte, hacia donde nos dirigimos, divisamos los mallos de los Lecherines y el pico de Tortiellas. Hacia el este, en la otra vertiente del valle del Aragón, se puede distinguir todo el barranco de Ip, y los picos de la Moleta y el Collarada.
El paisaje es espectacular y vemos incluso vacas comiendo.
Descansamos un poco en la Mallata de Lecherines Bajo, con un refugio y un abrevadero para el ganado.
Pasado un rato de tranquilidad, seguimos recto por la senda, ya que, subiendo vemos que hay unas señales, que probablemente ya nos dirijan hacia la gruta, en vez de seguir por el GR.
Así es.
En la señal, hay que continuar por la derecha. Desde ahí, hay que fijarse en las marcas blancas y verdes.
Y comienza la parte más dura, el ascenso.
Necesito ir parando para recuperar el aliento y controlar la respiración.
En nuestro camino, cada vez hay más piedras y menos verde.
La Gruta helada de los Lecherines
Hasta que, de pronto, casi sin esperarlo, aparece la gruta. Hay un cartel junto a su entrada.
Se nota el frío que sale de su interior. Aprovechamos para hacer fotos, teniendo cuidado con el hielo que hay en la entrada, nos adentramos un poco. Estamos seguros de que, con nieve y con las estalactitas de hielo tiene que ser aún más bonita. Pero, disfrutamos de haber llegado hasta allí. El esfuerzo, sobre todo en el último tramo, ha tenido su recompensa.
Mi opinión
Sin duda, es una ruta que merece la pena. Nosotros la empezamos a las 8.30 de la mañana y terminamos sobre las 16.45. Somos unos senderistas normalitos, ni de los que se dan la vuelta fácilmente, ni de los que te adelantan corriendo. Eso sí, paramos, descansamos, nos recreamos viendo el paisaje, metimos los pies en el río y repusimos fuerzas con unas vistas increíbles.
Fue maravilloso estar rodeados de lirios, que llenaban de color los prados a cada paso y quedaban muy resultones en las fotos. No he podido evitar añadir una de las imágenes en el apartado «Sobre mi». ¿La habéis visto ya?
Desde luego, no fue tan duro como el Robiñera pero, hasta llegar a la gruta helada de los Lecherines, el desnivel es exigente, conviene estar en forma y haber caminado anteriormente.
Yo tuve la suerte de que me la recomendasen y me contasen un poco cómo era el recorrido (¡¡gracias!!), así que ahora os propongo que, si tenéis la oportunidad, disfrutéis de esta maravilla, que te permite atravesar varios ecosistemas: hayedo-abetal, prados de montaña y pinar.
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