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Reseña «A merced de un dios salvaje»

Autor: Andrés Pascual

Páginas: 436

Curiosidades

Voy a comenzar la reseña «A merced de un dios salvaje», diciendo que las sierras y valles que sirven de escenario y que quedan maravillosamente reflejados en la novela, son los que vieron nacer al autor.  Esos pueblos atravesados por el Camino de Santiago.  Pueblos repletos de historia épica, de ermitas que emergen entre las viñas.  Pueblos de exquisita gastronomía y de ese vino único que ha enamorado el mundo entero.

Ese minucioso recorrido por un territorio que me encanta picó la curiosidad de mi mitad riojana y ya no hubo vuelta atrás, tenía claro que quería zambullirme en sus páginas.  A esto se unían las referencias al Camino, que ya sabéis que es una de mis debilidades y una experiencia que siempre recomiendo. No se podía pedir más.

Entrevista

Además tuve la oportunidad de entrevistar a Andrés Pascual para el blog.  Se prestó a responder a las 12 preguntas, sin dudarlo y con una enorme amabilidad.  Podéis leerla completa aquí.

En la misma daba las gracias a esta obra por todo lo que le estaba haciendo vivir y nos anticipó que está trabajando en otro thriller que seguirá explorando los escenarios de La Rioja y el mundo del vino desde una nueva perspectiva.  Interesante ¿no?

Una última curiosidad, en este libro aparece una palabra que aprendí en el anterior («El regreso del Catón» de Matilde Asensi): escarificaciones (página 39). ¿Veis cómo es útil ir apuntando aquellos términos que no conoces? Yo creo que este vocablo ya no se me olvida.

Sinopsis

Hugo Betancor, un fotógrafo de prensa viudo y en horas bajas, llega al pueblo vitivinícola de San Vicente de la Sonsierra para reclamar la herencia de Raúl, su hijo de once años aquejado por una enfermedad rara. Desde que ambos ponen un pie en Finca Las Brumas, la bodega de los abuelos del niño, todo empieza a torcerse de forma descontrolada.

Veinte años atrás, un hermano pequeño de la madre de Raúl, estremecedoramente idéntico a él, desapareció sin dejar rastro durante una tormenta. Un suceso que marcó la vida de todo el pueblo, cuyos habitantes no han sido capaces de liberarse del peso de la culpa, del ahogo de la sospecha… y del temor a que aquella desgracia vuelva a repetirse.

«A merced de un dios salvaje» es un thriller psicológico que se desarrolla en el corazón de La Rioja, una carrera contrarreloj a través de viñas idílicas y tradiciones milenarias.

Mi opinión 

La Rioja

Tenía muchísimas ganas de leer esta novela porque se desarrolla en La Rioja.  La mitad de mi sangre es riojana y, por tanto, siento esa tierra como una parte de mi corazón, de mi carácter y de mis raíces.  

Hay tres fragmentos que me han trasladado hasta allí, sin necesidad de preparar el viaje o mover un pie del sitio:

«La tata Piedad apareció con un plato de embutido y media barra de pan sobado» (…) – Lo mejor que hay para almorzar.  Unas rodajas de salchichón y chorizo del bueno» (página 50) 

Esas sencillas frases me han llevado directamente a la niñez, cuando llegábamos a casa de mis abuelos y nos estaban esperando siempre con un plato de embutido para reponernos del trayecto, acompañado de un pan sobado que, todavía hoy, sigue siendo mi preferido, aunque es difícil encontrarlo como el de entonces.

Puedo saborear ahora mismo la exquisitez de aquel chorizo con un puntito de picante y el extraordinario sabor del salchichón recién cortado.  Aunque no tuvieses hambre o llegases un poco mareada, ese pequeño aperitivo de gran calidad, te hacía sentirte en casa y sinceramente acogida.

Recuerdo también que me encantaban las pequeñas tiendas en las que mi abuela hacía la compra, con un producto increíble, una cuidada atención y unos olores maravillosos, que cerrando los ojos, todavía puedo oler.

«(…) lo he notado por cómo ha pronunciado tu nombre, aunque aquí todos hablan como tú lo hacías, como cantando» (página 76)  

Es verdad, ¡qué forma tan peculiar tienen de hablar los riojanos! Con un tono que resulta alegre y risueño, porque efectivamente parece que están cantando.  Y cuántas palabras y expresiones me han devuelto a mis estancias durante las vacaciones, como por ejemplo, bargueño o zurracapote. ¡Qué bien entraba en fiestas!

«-Y tú te has ganado que te invite a una menestra.  -No creas que ese premio es cualquier cosa -intervino Victoria-.  Cuece cada verdura por separado para que mantengan el color y no se mezclen los sabores» (página 85)

Guisar y comer bien son otros dones de este territorio.  Sin ninguna duda, la verdura de la huerta riojana es el mejor ingrediente para cualquier receta.   La despensa es enorme, repleta de ricos productos, y las manos son diestras a la hora de sacarles el máximo partido, acompañando cualquier guiso con su cebolla, su tomate o sus pimientos.

Tomar de un trago

Por otra parte, tenías toda la razón Andrés, cuando me indicaste que es un libro que hay que tomar de un trago. La velocidad de las cosas que van pasando y la no extensa longitud de los capítulos, te «obligan» a continuar con la historia, a no querer parar, a pasar la hoja porque no quieres colocar el marcapáginas y cerrar las tapas.

Y cuando no queda otro remedio que hacerlo, interrumpes la lectura con la boca abierta y con ganas de seguir o echar un vistazo rápido a lo siguiente.  En definitiva, la trama atrapa a tu curiosidad desde la primera línea.  Empecé a leerlo en un tren con destino a una escapada de verano, pero mucho antes de bajar al andén tuve que parar, porque ya llevaba devoradas cien páginas y me iba a quedar sin lectura para los días siguientes.

El ritmo narrativo es realmente ágil, a través de una serie de acontecimientos que se van encadenando, regresando en algunas ocasiones al pasado para encajar todas las piezas.  Todos los detalles se van ensamblando, incluyendo los paisajes, los monumentos de la zona, los protagonistas, el clima, las amistades, la crueldad, la tristeza, el abandono y también, una bodega y su vino.

Personajes

Me gustan los personajes con matices, con defectos y virtudes, con debilidades y fortalezas, esos que no son ni del todo malos, ni tampoco santos.  Esos que esconden secretos, porque todos guardamos con celo distintos aspectos en nuestro interior.  Porque nos han enseñado que es recomendable ocultar ciertas confidencias, algunos de nuestros hechos, nuestros vicios inconfesables, aquello que nos avergüenza, lo que pueden acabar utilizando en nuestra contra.

Camino de Santiago

Como no podría ser de otra forma, me he detenido especialmente en las referencias al Camino de Santiago.  Yo he tenido el privilegio de recorrer el camino riojano, rodeada de viñas y de campos de cultivo, atravesando las calles de Logroño, disfrutando de sus pueblos, de sus gentes y de su rica gastronomía.  Sentí numerosas emociones mientra lo atravesaba, por lo especial que era para mí esa parte de la ruta.

Además, el libro nos acerca a una enfermedad rara, el síndrome de Dravet.  Y nos permite conocer un poco más la dificultad de convivir diariamente con unos síntomas peliguados y no frecuentes, el papel de esos padres que se enfrentan casi cada minuto a situaciones complicadas, sin casi ayuda, con una dedicación permanente y teniendo que ser fuertes para facilitar la existencia de unos hijos que no son aceptados, que no son bien vistos por una sociedad que se encarga de primar lo perfecto, de ignorar lo que no se ciñe a la norma.  Son muy interesantes y esclarecedoras las páginas 101, 102 y 103.

En resumen… «A merced de un dios salvaje»

En definitiva, os recomiendo leer esta novela.  Sí, os aconsejo que su lectura sea de un trago, aunque sea a pequeños sorbos.  Y acompañadla de una copa de vino, para paladear las gráficas descripciones, los magníficos escenarios descritos con sencillez, para adentraros un poco en el Camino de Santiago (ya sabéis que es una de mis debilidades), para husmear en la memoria de una familia, con luces y sombras, para dejaros sorprender por el final.

Por supuesto, cuando lo hayáis leído ¡contadme vuestra opinión!

Mis fragmentos preferidos 

«Un amigo que se dedicaba a la medicina integrativa me había explicado que, para saber si teníamos más hormonas masculinas o femeninas, con independencia de nuestro sexo, bastaba con observar tu mano derecha.  Si el dedo índice era más largo que el anular, en ti abundaban los estrógenos de mujer; si era al revés, predominaban los andrógenos de varón» (página 49)

«¿También habitaba Mario el reino de la tormenta, arrastrando consigo a los demás como un tifón que se lleva por delante los árboles y los sueños y los tejados y la libertad?» (página 54)

«El Palomo era uno de esos agujeros negros emocionales cuya mera presencia te hacía sentir en guardia, pendiente de cuándo iba a volver a ponerse en ridículo o a atacarte con su inconsciencia». (página 60)

«Cuando cogía altura y contemplaba de lejos el mundo caótico que me había tocado vivir, las contrariedades se me antojaban más fáciles de sobrellevar » (página 73)

«Pero Julio César contraatacó preguntándome si eso no sería más bien una excusa para seguir aplazando el momento, por miedo a que aquello en lo que había volcado toda mi ilusión terminase siendo un fiasco que no despertase el interés de nadie » (página 84)

«Sujeté su cabeza, con ambas manos e, inclinándome sobre ella, la besé con ansia, llegando hasta sus profundidades, besando sus sueños incumplidos, volcando en su interior los míos, la frustración y la rabia y los nervios y el miedo a ser y a sentir» (página 119)

«Porque eso era el día a día si eras diferente o estabas dañado.  Una lucha encarnizada contra el mundo» (página 179)

«No todo es causa y efecto, como tendemos a pensar para buscar alguna lógica a la montaña rusa de la existencia » (página 201)

«En Lanzarote se decía que en el mar, vale más seguir una corazonada que una biblioteca» (página 260)

«Que todos tocamos fondo alguna vez, olvidamos quiénes somos, perdemos de vista ese faro que ilumina lo realmente importante y nos hace avanzar cuando parece que todo está perdido, y, llegados a ese punto de confusión, incapaces de sujetar las riendas, nos dejamos llevar como una bolsa que arrastra el viento» (página 421)

«… había sido para liberarte de cadenas, no para sumar eslabones. El amor no posee ni quiere ser poseído, recitabas a menudo, porque al amor le basta con el amor» (página 423)

Los fragmentos que me hicieron reflexionar

«Es lo que pasa cuando alguien desaparece sin dejar rastro.  Que nunca se va del todo» (página 54)

«(…) No sé por qué nos gusta contarle nuestra vida a los desconocidos. (…). – Creo que lo que nos gusta es contárnoslo a nosotros mismos. – ¿Tú crees?. – Para recordar quiénes somos» (página 75)

«La mayor parte de la gente pensamos en abstracto.  Nos pasamos la vida anticipando mentalmente desgracias que lo más probable es que nunca lleguen a ocurrir, pero que, entre tanto, nos amargan la existencia » (página 103)

Palabras aprendidas

  • Duela: Cada una de las tablas que forman las paredes curvas de las pipas, cubas, barriles, etc.
  • Canillón: (No está registrada en el diccionario de la RAE). En la página de Cultura Rioja: Grifo grande que se halla en las cubas y en los tinos.
  • Calado: (Esta acepción no está registrada en el diccionario de la RAE). En la página de Cultura Rioja: Bodega. Parte de la bodega de crianza excavada en el subsuelo.
  • Horquillo: Horquillar: Ahorquillar las varas de las  cepas para que los racimos no toquen el suelo.
  • Protrusión: Acción y efecto de protruir.  Protruir: Dicho de una parte del cuerpo o de un órgano: Desplazarse hacia delante, sobresalir de sus límites normales, de forma natural o patológica.
  • Viura: (No está registrada en el diccionario de la RAE).   En la página de Cultura Rioja: Variedad de uva blanca. 
  • Ebullómetro: Aparato para medir la temperatura a que hierve un líquido.
  • Perno: Pieza de hierro u otro metal, larga cilíndrica, con cabeza redonda por un extremo y asegurada con una chaveta, una tuerca o un remache por el otro, que se usa para afirmar piezas de gran volumen.
  • Renques: (No está recogida en el diccionario de la RAE). En la página de Cultura Rioja: Hilera de los surcos en las piezas. Hilera de cepas.
  • Corquetes: (No aparece en el diccionario de la RAE). En la página de Cultura Rioja: Especie de navaja de punta curva, ajustable a un mango fuerte. La emplean los vendimiadores para cortar los racimos. Herramienta a modo de cuchillo para sacar espárragos.
  • Chozo: Choza pequeña.  En la página de Cultura Rioja: Apostadero dispuesto en forma de choza redonda, de piedra y sin techo, usado por los cazadores en la caza de perdiz con reclamo. Construcción rústica del pastor, suele ser vegetal; cuando adquiere categoría de construcción permanente, se levanta sobre un zócalo de piedras con puerta a mediodía o al punto más abrigado, con cubierta de ramas, paja de centeno y retama. En su interior sólo se alojan un vasar para el pequeño ajuar y los colchones en torno al fuego central.
  • Síndico: En un concurso de acreedores o en una quiebra, encargado de liquidar el activo y el pasivo del deudor.
  • Mildiu: Enfermedad de la vid, producida por un hongo microscópico que se desarrolla en el interior de las hojas, y también en los tallos y en el fruto.
  • Oídio: Hongo de pequeño tamaño que vive parásito sobre las hojas de la vid y produce en esta planta una grave enfermedad.
  • Golmajería: En La Rioja: golosina
  • Fractal: Estructura iterativa que tiene la propiedad de que su aspecto y distribución estadística no cambian cualquier que sea la escala con que se observe.
  • Berón: Dicho de una persona: Del pueblo céltico que en la época de la conquista romana habitaba territorios de la actual comunidad de La Rioja.
  • Cíngulo: Cordón o cinta de seda o de lino, con una borla en cada extremo que sirve para ceñirse el sacerdote el alba.
  • Rodezno: Rueda hidráulica con paletas curvas y eje vertical.  Rueda dentada que engrana con la que está unida a la muela de la tahona.

 

 

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