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Reseña «El heredero»

Autor: Rafael Tarradas Bultó

Páginas: 651

Curiosidades

Es lógico comenzar la reseña de «El heredero» indicando que su autor, Rafael Tarradas Bultó, estudió Diseño Industrial en la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente trabaja en el sector de la comunicación en Madrid, además de ser empresario gastronómico.  Se trata de su primer libro, sobre los recuerdos de su familia que le fueron contando, pensado casi como un recopilatorio de testimonios para sus allegados. Pero se convirtió en una novela de éxito.

Asimismo,«El heredero» tiene una historia muy curiosa.  El 9 de diciembre de 2018 Tarradas termina la novela, entonces con el título «Al final del camino… la paz», y decide imprimirla en una imprenta de Valencia. Le costó una pasta y regaló los libros por Navidad a sus padres y a una tía.  Le dijeron que les había encantado y que era buenísimo. Entonces, comenzaron a pedirle más ejemplares sus primos.

A raíz de esas peticiones, le explicaron que colgándolo en Amazon directamente se podían encargar e imprimir a demanda. Y… ¡sorpresa! Vendió 500 ejemplares en ocho días.  Amigas suyas conocidas, como la diseñadora de joyas Casilda Finat o la modelo Eugenia Silva, mencionaron la novela en sus redes sociales. Finalmente, numerosas referencias consiguieron que una de las grandes editoriales españolas se interesase en su publicación.

Además, me gustaría contaros que el libro tiene su propio perfil en instagram.  Podéis verlo aquí.  Allí se abre diálogo con las personas interesadas en el libro y se recorren los lugares en los que transcurre.

Sinopsis

Un majestuoso landó avanza en dirección a la imponente finca de los Marqués. Con tan solo siete años, la pequeña Josefa entra a trabajar como sirvienta en la casa, incapaz de imaginar cómo su presencia cambiará para siempre la historia de dos poderosas familias.

Treinta años más tarde los Marqués se ven abocados a huir de su casa y abandonar su más que acomodada posición social. No serán los únicos, pues los Sagnier habrán de exiliarse y otros, como Antonio, pobre pero idealista, intentará dar un giro a la sociedad. Todos ellos, defendiendo sus ideales, son ajenos al caprichoso destino que los une mediante un poderoso lazo y un asombroso secreto.

Barcelona, San Sebastián, Madrid, Gijón, o Teruel son los escenarios de esta fascinante historia de amor, coraje, lealtad y traición, basada en hechos reales, que nos revela cómo en un mundo donde la lucha por la supervivencia hace aflorar lo peor del ser humano el amor es una fuerza poderosa capaz de hacernos superar las mayores adversidades.

En un principio, el escritor pretendía preservar las historias familiares que le habían contado sus abuelos. Su intención era evitar que el olvido borrara para siempre la memoria de sus antepasados.  No quería que se perdieran las vivencias de los miembros de la familia que sufrieron la Guerra Civil. Por eso, una parte del libro surge de las historias que se contaban en su casa.

Mi opinión 

Estructura

En primer lugar, el texto comienza con un breve listado de los personajes principales.

Después, la novela está dividida en cuatro partes bien diferenciadas:

  • Primera parte: 1909.  Empieza en la página 11 y está formada por 8 capítulos.
  • Segunda parte: 1936. Desde la página 51 y está formada por 23 capítulos, que se distribuyen en apartados más pequeños.
  • Tercera parte: 1940.  Empieza en la página 621 y consta de 1 capítulo, dividido.
  • Epílogo: 1941.  Se inicia en la página 647

Debido a que los capítulos (que se van fragmentado en segmentos más reducidos en la parte más extensa del libro) son breves, la lectura es bastante ágil.  Además, se van entremezclando los avatares de los distintos personajes y cada uno de los capítulos se termina, casi siempre, dejando dudas en el aire para llamar la atención del lector.

Al final del texto, nos encontramos una «Nota del Autor», «Agradecimientos» y con distintas imágenes que sirven de apoyo a lo que hemos ido leyendo.

La historia

«El heredero»  es una obra narrada en tercera persona y en pasado.  Es una historia coral, con varios personajes que son protagonistas, que van entrelazando sus vidas y, sobre todo, sus vivencias durante la Guerra Civil española.

En las «Notas del Autor», el escritor subraya que este libro no pretende ser un ensayo histórico, por lo que pese a que ha intentado que no hubiera incongruencias históricas, puede haber inexactitudes.  También remarca que los personajes son ficticios, pero muchas de las vicisitudes que describen están basadas en hechos reales que realmente sucedieron y que le han contado los protagonistas.  Aproximadamente hay un 20% de realidad y un 80% de ficción.

En el marco de la contienda, ha intentado enfatizar en la personalidad de los personajes, llevados al límite y obligados a menudo a participar en situaciones que deberían ser extrañas para cualquier mortal y que vienen condicionadas por el estallido de la guerra.  En definitiva, ha pretendido entretener al lector y llevarlo a unos años oscuros en los que, sin embargo, muchos consiguieron brillar y sacar también lo mejor de sí mismos.

Siendo el conflicto español el escenario principal de la trama, también, a través de diversos sucesos y de los personajes, iremos descubriendo otros temas, como el exilio o las consecuencias para los vencidos.

Los personajes

Personajes de la primera parte:

Josefa Campos empieza a trabajar en la finca Marqués a los siete años, primero limpiando chimeneas, luego como lavandera a los doce años y finalmente como costurera.  Es una niña sucia, desgarbada y malnutrida cuando llega.  Crece en la masía y va ascendiendo. A los diecisiete años pasa la mayor parte de su jornada en una pequeña habitación debajo de la escalera, donde crea su pequeño cuarto de costura.  Ahí cambia su destino, mientras aprende a leer y escribir.

Diez años después, es una mujer de figura bien torneada, aspecto impoluto y cuerpo firme y vivaz.  Tiene un pelo espeso y moreno, siempre reluciente y perfectamente arreglado en un moño que cubre con una redecilla goyesca.  Su cara es ovalada, su piel tersa y sonrosada sobre la que unos ojos grandes color miel se mueven rápidamente.  Su imagen es impecable.  Es una persona ordenada y reflexiva, seria y transparente, sin dobleces. Una casualidad marcará su vida.

Marcial es el rudo mesonero, propietario del hostal La Diligencia, que se situaba en la aldea de Cunit, cercana a Cubellas.

Romualda es una vaquera, experta matrona de vacas y esposa de Marcial.  Se trata una mujer oronda de expresión tosca.  Dispone de una energía inagotable que hace que nada de lo que se le pone por delante sea un problema.  Controla el hostal, el huerto y tres hectáreas de cultivo prácticamente sola y a la vez.  Ha atravesado dificultades, incluida la muerte de uno de sus hijos atropellado por el tren.

La madre de Josefa es una campesina tan inculta y pobre como inteligente y sabedora de lo que le conviene a su hija.  Desde que comienza a trabajar en la finca, donde la coloca, ya no la ve.

El señor Braulio es el administrador de la finca Marqués.

Jesusa es la hija de los primeros masoveros.

Rosa es el ama de llaves de la finca.  Transmite una rígida educación a todo el personal.  Trata a todo el personal a su cargo con diligencia y severidad pero también con cierto paternalismo.  Es una señora exigente.  Su cuerpo es menudo y firme, vestido con un impoluto uniforme negro con una medallita de plata sobre el pecho que atestigua su predominancia sobre el resto del personal.  Sus arrugas y su moño prieto y reluciente parecen haberse hecho de piedra.

La familia Marqués formada por doña Carmen y don Manuel, los señores; su único hijo, Isidro, y su hermana Blanca.

Isidro Marqués es el hijo, de rubicunda faz.  Su cara rubia y sus facciones aniñadas le hacen parecer algo menor.  Es un hombre alto y bien formado, con nariz levemente aguileña y una frente grande y despejada que muere en unos ojos azul intenso, herencia de su madre.  La mandíbula, cuadrada y firme, enmarca una fina barba rubia que, bajando por su cuello, disimula solo levemente la marca de nacimiento amarronada que tiene entre la oreja derecha y el cogote.

Disfruta de la vida, alterna con mujeres de todo tipo, asiste a fiestas, se emborracha y protagoniza sonados escándalos.  Es feliz, gritón, simpático, inconsciente. Pero nunca olvida su responsabilidad más importante.

Blanca Marqués es la hija responsable de la casa, la que sigue sin desviarse ni un milímetro la senda marcada por sus padres.  Nunca les ha fallado, su vida transcurre tras los pasos que le vienen impuestos.  Hablaremos un poco más de ella.

Los principales personajes son: 

Hay dos familias:

  • Familia Bultó-Marqués: Blanca Marqués es la madre y los hijos son: Pablo, José Manuel, Montse y Adela Bultó.
  • Famlia Sagnier: Fernando es el padre y es militar, Eugenia la madre y los hijos son: Inés, Lucía, Cayetana, Ana, Carlos, Javier, Fernando, Jacobo, Juan y Joaquín.  Ana Argüelles es la abuela materna.

Blanca Marqués es, en la segunda parte, la madre de la primera familia.  Una señora menuda, vestida de negro siempre, con pequeños ojos grises y gafas redondas y pequeñas.  Su aspecto es gris y sobrio.  Es devota, piadosa y con demasiadas preocupaciones. Infunde respeto sin altivez, se ocupa de que todo esté perfecto y que no falte nada.

Pablo Bultó es uno de los hijos. Ronda la treintena, empieza a perder pelo, es alto y fuerte, con unos profundos ojos azules, vivos e inteligentes.  Su nariz es algo aguileña, su frente despejada y sus piernas largas y musculosas; su mandíbula marcada y su sonrisa fácil dejan ver una dentadura blanca impoluta.  Tiene una mancha de nacimiento en un lado del cuello. 

No es guapo, pero tiene buena planta y viste de forma elegante.  Es ingeniero industrial, apasionado por las motos y los coches. Cercano y silencioso, pensativo y simpático a la vez. Además, es un joven bien plantado, trabajador, con un prometedor futuro por delante.

José Manuel es el otro hijo varón.  Siempre está trabajando o estudiando. Es una de esas personas a las que parece que nada afecta, ni para bien ni para mal.  No llora nunca, pero tampoco ríe a carcajadas.  Es inteligente y organizado, extremadamente meticuloso, fundamentalmente bueno, pero poco sociable.  Su cara y sus gestos son inescrutables.

Adela es una de las hijas.  Es retraída y poco dada a salir de la masía.  Es beata hasta la extenuación y la última persona con la que huir del aburrimiento.

Montserrat es la otra hija. Es monja, con dieciséis años reúne a la familia para informar de que había recibido la llamada del Señor y que va a ingresar en un convento de clausura.  Es entregada, valiente, leal, buena amiga y tozuda.

Eugenia es la madre de la familia Sagnier.  Ronda los cuarenta y su belleza no ha dejado de aumentar.  Es alta y delgada, con el pelo castaño siempre recogido en un moño alto, que alarga una cara de piel rosada siempre perfecta, con pómulos altos, ojos azules, glaciales y boca fina.  No soporta el desorden ni la dejadez, mantiene una rígida moral que defiende sin gritar ni alterarse, pero sin variar sus convicciones y seguridades.

Su arrollador porte desprende una imagen fría y distante.  Puede ser simpática y siempre es educada, pero los que no la conocen la perciben como altiva y distante.  Es leal y agradecida.

Inés es la hija mayor. No es tan guapa como su madre y alberga pocas esperanzas de serlo, pero su cara es limpia y proporcionada, sus ojos claros y despiertos y su pelo castaño denso y bien arreglado.  Su cuerpo está bien torneado, un cuello largo, una cintura estrecha, unas piernas bonitas que enseña poco y una piel blanca y fina.  No es alta, apenas llega al metro sesenta.

Todo en ella adquiere una súbita dignidad desencorsetada y natural, inalcanzable para el resto.  Ayuda a su madre en labores para las que no ha sido preparada, sin quejarse. Además, es una mujer formidable, lista, generosa y, lo más importante, buena.  Es responsable y simpática, pero no se toma confianzas, es elegante pero con naturalidad, buena persona, devota pero no beata, inteligente pero humilde.

Antonio Campo se ha criado en el orfanato de Villanueva con ciertos privilegios, ha recibido una educación exhaustiva y tiene educación. Aprendió a leer y a escribir, a rezar, a sumar y restar y también historia de España y geografía. Trabaja en la fábrica Gorchs allí.  Después, se hace miliciano.  No obstante, nota con miedo que la línea que separa el bien del mal en su cabeza cada vez es más difusa.  Su visión de la vida es más amplia y real que la de sus compañeros. Suele ir solo, se harta de encontrar la muerte y la crueldad humana. Es joven y bien parecido.

Destacan su simpatía e integridad, su inseguridad y su determinación, su capacidad para perdonar, para comprender que no todo en la guerra es blanco o negro, su lealtad a la causa y su piedad con el enemigo. Llega a todo el mundo con una sonrisa, les deja hablar, escucha sus penas y cuenta alguna -pocas- de las suyas. Cae bien a todos, ríe con todos y no juzga a nadie. Es una persona sencilla, al que la guerra va cambiando.

Mosén Campo de Mayo es el cura de San Antonio, tiene la misma edad que Pablo y ha crecido junto a él.  Vive en su casa porque fue encontrado abandonado en un campo cercano en mayo.   Fue adoptado en la casa, bajo la especial protección de doña Blanca, que le impuso el nombre, el apellido y la vocación.  Conoce la finca mejor que nadie y es confesor de toda la familia. Aunque es una persona divertida, interesante y campechana, sus celebraciones son densas, aburridas y encorsetadas.

Javier Ferro de los Gazules es el octavo conde de Navalviento. Pertenece a una antigua familia aragonesa que ha labrado su historia paralelamente a la de España y sus reyes, a los que han servido fielmente. Es alto, rubio y bien plantado, con el torso fornido y sonrisa perfecta.  Tiene escasa familia, una madre senil, ningún hermano y un padre que falleció cuando él era un niño.  Se plantea proyectos en política para después de la guerra, que da por ganada por los franquistas. Nadie en Zaragoza le quiere para sus hijas pese a su estupenda planta. Ha viajado poco y sus relaciones con el resto de la aristocracia o la burguesía eran prácticamente nulas.

Es guapo y viste como un galán de cine.  Todo en él contribuye a una físico prácticamente perfecto, desde sus modales sofisticados y sus cigarrillos alargados a su pelo rubio, siempre engominado hacia un lado dejando sin domesticar un pequeño rizo sobre su frente; incluso su forma de hablar de mover las manos parece estudiada para seducir.  Las mujeres se giran a su paso. En definitiva, es un hombre guapo, rico, aristócrata, de una familia de «las de siempre».

Mercedes García es una mujer corpulenta y desarreglada, con el pelo sucio que le cae por delante del pecho y los hombres.  Su vestimenta, una suerte de pieles de animal que cubren unos pantalones hechos con tela similar al saco y una camisola que ahora es de color pardo.  Parece un ermitaño, un asceta alejado voluntariamente.  No es gorda, pero sí corpulenta, con la piel color barro y el pelo mezcla de castaño y pelirrojo.  Llama la atención su altura, por lo menos un metro ochenta.  No huele mal, huele a animal, también a menta y pino, a hierba y agua.

Vive en una cabaña en el bosque desde el inicio de la guerra. Es aragonesa, aunque sus palabras tienen un deje andaluz.  Pese a su aspecto corpulento, su piel bronceada y sucia, sus dedos llenos de heridas, desprende humanidad.  Hay tres versiones suyas, la bruta, el ama de casa y la misteriosa, que desaparece hasta el amanecer.  No habla demasiado, pero cada palabra está cargada de sentido e interés. No es guapa, pero es divertida y buena, inteligente, resuelta, muy trabajadora, excelente cocinera y, sobre todo, noble.

Ana Argüelles es la abuela septuagenaria de la familia Sagnier, la madre de Eugenia.  Es duquesa de Riosgrandes, hija de Fernando Argüelles -general del ejército- y de Eloísa Dóriga, aunque nadie diría que es una grande de España.  Hasta el estallido de la guerra vive entre Santander y finca de la Recuesta, en Asturias.  Ha pasado la mayor parte de su vida en el campo, rodeada de un servicio fiel al que adora y con el que se siente muy cómoda.  Su hija no conoce a nadie que sea tan poco cariñosa y a la vez tan buena persona.  No le ha fallado nunca y le ha dado los mejores consejos.

Ahora viuda, ya anciana pero robusta y fuerte, sigue siendo aficionada a los animales y al jardín, pero también a los juegos de cartas, los puzles inmensos y la bombonería fina.  Su apariencia es realmente particular y muy característica. Viste ropa de calidad, pero tremendamente usada y casi siempre ajada; faldas de tweed, jerséis de cachemir y zapatos de cuero jerezano, cuando no viejas botas de goma cuarteada.  Prendas que han perdido su lustre.

María Ceballos es una chica de que ronda los veinticinco años, con el pelo largo y oscuro que cae hacia atrás por su espalda.  Sus ojos son también oscuros y de forma gatuna. Es una mujer menuda y de ideas claras.  Posee tres edificios en Madrid, que construyó su padre con lo que obtuvo de la venta de una finca en Segovia, dos completamente arrasados por las bombas.  Es práctica y decidida, su mente funciona rápida. Prefiere arriesgarse a perderlo todo, antes de ponerse a llorar y ver languidecer lentamente lo que tiene.

Decide montar una casa de tolerancia, pero no un burdel barato y sucio, con el fin de mantenerse. Es una persona lista, con la que se puede hablar de todo, es comerciante, una mente viva y despierta a la que no se le escapa nada.  Una persona fría que ha decidido que la guerra no va a poder con ella. Su rápida inteligencia, su rabia, su energía, su sentido del humor y su bondad desbordan las curvas de su cuerpo perfecto, de sus pechos firmes, de su melena espesa y morena.

Otros personajes son:

Gorchs es una familia, propietaria de la fábrica Manufactura Española de Asbestos Gorchs en Villanueva, dedicada a la actividad textil.

Javier, Roger y Daniel González son trabajadores de la fábrica textil.

Marcelino es el encargado de la fábrica textil, un hombre tosco que nunca sonreía.

Pepito Mata es el médico de la familia Sagnier.

Javier Galcerán, Andrés Olivier, Salvador y Perico Cavestany son unos jóvenes invitados a la puesta de largo de Marta Santceloni.  Los Santceloni son miembros de una antigua saga textil y sus fiestas siempre destacan por su opulencia.

Conrado trabaja en la finca de San Antonio.

Mosen Jaume Rossell es el cura de la iglesia de Santa María de Cubellas y es parte del paisaje habitual de las calles de aquel pueblo. Es un cura sencillo y desaliñado, con mucho carácter y que nunca declina las invitaciones a las copiosas comidas de los señores, pero tampoco desecha la compañía de los más humildes.

Joan Pou encabeza a un grupo de milicianos, que le siguen como un rebaño a su pastor, pese a su nula formación militar.  Tiene sed de sangre y les dirige discursos llenos de odio.

Miguel Sanz es el propietario de la finca de Mas Peirot.  Sus hijos son Javier y Manuel.  Los Sanz son una de esas familias que parece elegir con una meticulosa pericia cada uno de los elementos de su vestimenta, su casa, sus vehículos, su vida en general parece estar dedicada a rodearse de belleza, sofisticación y exclusividad.

Julio Torres pertenece al grupo de los milicianos que acompañan a Pou.

Magí es un pescador de Calafell.

María del Carmen es la doncella de Blanca Marqués.

Mauro Tejerina es el administrador de la finca de San Antonio.

La familia Marçal , de Cunit, es la propietaria de una masía cercana al mar que llamaban Mas d’en Puig.  Pedro es el padre y los hijos son Pedro, Josep y Jaime. La madre es Ángela Solá de Marçal, prefiere morir a parecer asustada o cohibida.

Josep Piguillem tiene una panadería con un elegante escaparate en Puigcerdá, heredada de su padre cuando solo era un pequeño horno de pan de pueblo, con poca oferta y ruda mercancía.

Jean-Paul Ducroche es el carnicero de Bourg-Madame que lleva años atendiendo a la familia Sagnier, un hombre cercano a la cincuentena, bajo y enjuto, con las manos regordetas y una enorme cara rosada y mofletuda sobre la que no quedaba ni un solo pelo.

Sor Carmen es la madre superiora del convento de Santa Águeda, en medio de un angosto valle del Pirineo aragonés. Otras monjas del convento son Sor María Asunción, sor Petra García, sor Lourdes, Sor Inés de Montepurcciano, sor Filomena Rodríguez, sor Aina Homs, sor Cristina Gibernau, sor Inés Arpa, sor Ana de Jesús, sor Soledad Alegre y las dos hermanas Poveda, Mercedes y Arancha.

Roger Frojo es un hombre joven con bigote y aspecto amable que tiene una joyería en Marsella, con un elegante escaparate de madera tallada.

Gerardo Planas es un asesino cruel legendario que trabaja en los bajos fondos de Zaragoza, el dinero es su único amo.

Ezequiel es otro miliciano. Es feo, sucio, simple y baboso, asqueroso y repugnante.  Ríe a carcajadas sonoramente. Es un analfabeto fácil de manipular, con una sonrisa de dientes ennegrecidos y ausentes. Es tan simple, inculto y tan feo que no despierta respeto en nadie. Gerard es otro compañero en las milicias.

Duquesa Skosrev es rusa y propietaria de la casa de San Remo, construida por su suegra.  Es una anciana enigmática, que se comunica casi susurrando y en francés, con una personalidad eslava huidiza.

Guido es un soldado italiano que coincide con Antonio, un joven de alrededor de veinte años, alto y espigado, de nariz respingona y aspecto atlético.

Arancha Poveda es otra monja de su mismo convento que acompaña a Montserrat. La amistad entre ellas va transformándose, conforme avanza la historia.

Los italianos Carlo, Enrico, la espectacular Flavia y el inglés Bob son amigos de las hermanas de Inés en San Remo.  Los dos primeros van impecablemente vestidos, con la tez bronceada y brillante, el pelo negro como el azabache.  Carlo trabaja en la cadena hotelera de su padre. Ella es una preciosa joven, con un cabello castaño y ondulado, con sonrisa perfecta y despreocupada, voluptuosa pero sin un gramo de más.

Bob Asprey es el menos locuaz del grupo, no tiene la gracia mediterránea, por su carácter anglosajón, pero sabe disfrutar. Es un auténtico caballero, un gentleman inglés en su acepción más típica e idealizada. Se hace amigo de Inés y se convierte en un apoyo para ella.

Fausto es el marido de Mercedes, se conocen desde que eran niños y jugaban junto a la cruz término con los demás chicos de su edad. Forman una pareja poco atractiva. Carmen y Luis son los hijos de ambos.

Justo es amigo de Mercedes de toda la vida, hijo del carpintero y vecino del cuartel de la Guardia Civil.

Alonso Carbó en un soldado, compañero de armas de Pablo, con el que comparte secretos e ilusiones.  Recibe las cartas de una madrina de guerra desde San Sebastián.  Él cree que es su novia, aunque las misivas no lo demuestran.  Para ella es una vía para que el soldado se desahogue, se sienta acompañado y querido, nada más.  Es un joven de tez morena, ojos brillantes y dentadura desordenada.

Santiago Calderón, pese a ser casi un anciano, es un hombre de elegante planta, la edad no ha conseguido acabar con su cabellera plateada, peinada hacia un lado pulcramente.  Igualmente plateada, su barba enmarcaba unas facciones de porte aristocrático y un cuerpo de metro ochenta de altura.  Vive en San Sebastián y tiene una lesión crónica en su pierna izquierda.  Tiene plantaciones de algodón en Cuba y vende gran parte de su producción a los textiles catalanes.  Ayuda a la familia de Inés.

La señora Villegas tiene una casa de tolerancia en la plaza de Antón Martín.

José Asín es un legionario alto y desgarbado, de tez morena y cara curtida, al que todos quieren y suelen escuchar.

Mónica trabaja en el café Moka detrás de la barra, mandando a unos y a otros y ocupándose de todo el mundo esté atendido mientras una permanente sonrisa se dibuja en su cara.

Anselma trabaja en una casa de tolerancia.  En la guerra, solo le preocupa ella misma y le da igual lo demás. Es egoísta y siente indiferencia absoluta por cualquiera de los bandos de la guerra, se vende al mejor postor.  Lee mucho antes de quedarse dormida.  Su vida ha sido complicada, no soportaba estar encerrada y no era resistente al dolor.  La maltrataron y abusaron de ella su padre y su hermano.

Jacinta (su virtud es su belleza, no su inteligencia, desde pequeña; se pierde en cualquier conversación cuya temática sobrepase lo básico), Rosana (poco interesada en el rezo y que siempre regala un último magreo en la puerta de la calle), Verónica (tiene planes de futuro con un capitán obsesionado con ella), Paula y Sol son otras chicas de la casa de tolerancia.

Saúl Reibovitz es un hombre de origen extranjero y judío.  Su familia no ha tenido suerte y ha vivido la Gran Guerra, la Revolución rusa y la Guerra Civil.  Las gafas oscuras ocultan el brillo que sus ojos muestran cada vez que trama algo.  Su aplomo viene dado por la voz, por una especie de aura rígida y segura que sobrepasa lo insignificante de su físico. Se dedica a la compra-venta de artículos de valor obsoletos, un usurero en realidad.

La señora Palomero tiene un piso en la calle Gravina, con un salón decorado con poco gusto.  Es vecina de los condes de Retuerta, la fachada trasera de su edificio da directamente al jardín del palacete contiguo.

Lorenzo es el jardinero de los condes de Retuerta.  Es un hombre alto y tremendamente flaco, con una de esas caras de facciones pequeñas y contraídas que denotan más bondad que inteligencia.

Edu es jornalero y un hombre enorme, de alrededor de por lo menos metro noventa de altura y, sin embargo, parece totalmente vulnerable y desvalido.  Tiene alrededor de treinta años. Su cara es un desorden de facciones presididas por una nariz gorda y sonrosada en cuya base se dibuja una boca tímida de dientes irregulares.  Sus ojos deprenden tristeza.  Lleva su brazo izquierdo recto y pegado al cuerpo.  Cuando su existencia parece abocada a la nada, encuentra sentido a su vida, sintiéndose necesario e importante.

Alejandra Lacalle es la vecina de Blanca Marqués en su casa de Barcelona y tiene la misma edad que ella.  También tiene tres hijos, todos en el frente, de los que recibe noticias con cuentagotas. Es hospitalaria y sensible.

Pelaya es la doncella de Alejandra Lacalle.

José y María son los nombres que la abuela Ana, por su mala memoria, pone a las personas que trabajan con ella.  Todos los hombres del servicio de la casa se llaman siempre José y todas las mujeres María. Y, si algún hijo nace en la casa, se invariablemente le llama Jesús. José es un hombre de cierto peso, con boina y aspecto campesino, tiene una increíble mano para el jardín y calza un zapato ortopédico.

Otro Marcelino es policía en la comisaría de Gijón.  Es uno de los agentes más jóvenes y nadie le presta demasiada atención.  Y otro compañero es el agente González.

Gadea y Almudena Cañedo son amigas de las hijas de Eugenia y tienen una casa en Somió.

Los agentes Barbosa y García pertenecen a la Guardia Civil de Gijón.

Se cita a damas de alcurnia relacionadas con casos sonados, como la marquesa de Sobremonte, que había emparedado a toda una familia en la habitación de su casa, o el de la sobrina del doctor Montaner, de Somió, que había envenenado al segundo marido de su madre.

Lázaro es un sicario.  Con diez años mató a su padre con un cuchillo, entonces vivía en una corrala en Lavapiés, en la que su madre ejercía el oficio más antiguo del mundo. Con trece años ya era uno de los carteristas con más tino de Madrid. La guerra es una oportunidad para él, porque nada va mejor que el caos para que la gente como él obtenga rédito.  Sin apenas ingresos, vive en el cementerio del Este.

Tiene el pelo rizado de color oscuro, visiblemente sucio y enmarañado, coronando una cabeza grande de mandíbula marcada y prominente.  Los ojos hundidos y oscuros parecen no tener vida a la sombra de una nariz ancha, con el tabique torcido y plano, bajo la que asoma una boca con el labio superior partido en dos por una cicatriz profunda.  El aspecto es el de un hombre de mala vida, un bruto hecho a sí mismo.

La familia Zacarías vive en la localidad de Navalviento y consta de los padres y dos hijas.

Ángel Portilla es un jovencísimo soldado de solo diecisiete con el coincide José Manuel.  Él no quiere luchar porque no quiere morir.

Pedro León es un prisionero en la cárcel de Barcelona, que siempre anda de un corrillo a otro, tratando de tener tanta información como pueda de todo lo que pasa dentro y fuera de aquella prisión.

Matilde es una enfermera en una masía convertida en hospital.

Rómulo García es un cliente de la casa de tolerancia y joyero.  Su padre tiene una joyería en la calle de Bordadores, aunque él trabaja desde los quince años y ahora está solo porque su progenitor fue enviado a la cárcel.

La finca San Antonio es otro protagonista indiscutible del libro.  Al principio la conocemos como la finca Marqués. Y mientras Josefa crece, la finca también lo hace, pasando de ser una sencilla casa de labranza a una gran masía que sigue ampliándose y enriqueciéndose con elementos modernistas.  Los recios muebles camperos de madera se van sustituyendo por otros elegantes, las habitaciones se tapizan con telas adamascadas, toiles franceses y cortinas de seda.  Se añaden alas y terrazas, incluso una pequeña iglesia y un jardín francés de cipreses y tilos.

Dispone de persianas venecianas para mitigar el sol, que da en la fachada desde la diez de la mañana hasta casi las seis, así se respira un ambiente fresco y oscuro que las anchas paredes y los suelos hidráulicos con elaborados dibujos en gris.  Hay un pasillo principal, largo y estrecho, empapelado en rayas beige y blancas, con su recorrido marcado por una sucesión de pequeñas lámparas de araña con brillantes cuentas de cristal de roca.

Se encuentra en el término de Cubellas, cerca de Cunit, a las afueras de Villanueva y La Geltrú. La construcción central es de tres pisos, con fachada blanca rematada en las esquinas y en los marcos de las ventanas con un rudo ladrillo rojizo.  Lo más notable es la desproporcionada torre que se erige detrás de la fachada oeste, una mole de cinco pisos pensada para que la masía fuera vista desde el tren.

Tiene ornamentados marcos en las ventanas, terrazas con elaboradas balaustradas y las esquinas rematadas en ladrillo.  A un kilómetro de la masía, hay una verja de entrada a la finca, una cancela de doble hoja en forja, con decoración de motivos vegetales apoyada en dos torretas, una a cada lado, rematadas por piñas de azulejo.

Cerca está El Avenc, una cueva sepulcral en la cima de la colina, oculta entre espesa vegetación.  Es grande, con una galería principal de casi cinco metros de altura y otras adyacentes menores.

Los lugares

La trama se desarrolla en diversos escenarios:

Comienza en la aldea de Cunit, cercana a Cubellas, el pueblo más importante de la zona, dedicado al campo o la pesca, con la iglesia de Santa María. El pueblo había crecido a la sombra de las fincas que la rodeaban y daban empleo a sus habitantes: San Antonio, Cal Pla y Mas Peirot a los hombres; los palacetes de los Travé o el de los marqueses de Alfarrás a las mujeres.

Cunit cuenta con la pequeña iglesia de San Cristóbal, un pequeño templo de piedra de una sola nave. Se sitúa sobre un fondo de mar y rodeada de campos de trigo, cebada y vid, ordenados con muretes de piedra caliza gris perfectamente alineados. Gandaya, el Cucó y el Turó de la Garsa.

También se habla de la localidad de Villanueva, con su colegio, su orfanato del Pilar en los arrabales, sus fábricas y talleres, su lonja el teatro Cardenal y de Segur de Calafell, el pueblo por el que pasaban todas las cartas que se mandaban o salían de la finca de San Antonio.

Puigcerdá, en una pequeña colina en el extremo más cercano a Francia del valle de la Cerdaña, en pleno Pirineo catalán y donde se desplazaban los veraneantes barceloneses que acudían a la zona. Rodeada de fértiles prados enmarcados por fresnos y olmos centenarios y presidida por el imponente campanario de la iglesia de Santa María.

Dentro de esa localidad, se nombre la avenida Schierbeck y el barrio del Lago, con una vista fantástica de todo el valle; al fondo, las montañas de la Molina y Masella, con los pueblos de Alp, Das y Tartera; más cerca, la planicie centro atravesada por el río Segre; a la izquierda el primer pueblo francés, Bourg-Madame y su rue Belloch o su rue du Train Jaune, en la ribera contraria del río Rahur, un pequeño afluente del Segre; sobre todo ello, la colina de Puigcerdá.  Y las excursiones a los lagos de Meranges o por la sierra del Cadí.

También transcurre en Barcelona: el paseo de Gracia, una elegante avenida con imponentes edificios; la calle Mallorca, entre las calles Lauria y Bruc; calle Santa Teresa; calle Aragón; el hotel Colón, en plena plaza de Cataluña; el aeródromo del Prat; el hotel Ritz; el círculo del Liceo, una de las expresiones más claras de la pujanza de la burguesía en la ciudad; el casino de la Rabasada; Rambla Cataluña; el café Moka, que había sustituido al café Restaurant Royal; el barrio gótico; la cárcel Modelo.

Y el convento de las siervas de María de la calle Enrique Granados, a unos pasos de la plaza Letamendi; el café Oro del Rhin; teatro Coliseum; la puerta de la Paz; el parque de la Ciudadela; la estación de Francia; la Bolsa; calle del Marqués de Argentera; barrio del Borne; la Diagonal; Pedralbes; el palacio real; la carretera de Esplugas; calle Caballeros; Santa María del Mar, en el barrio de la Ribera y el Turo Park.

Asimismo se hace referencia a la costa de Garraf, Sitges; San Pedro de Ribas; el monasterio de Pedralbes; el Pingarrón, Puig de Tiula, Clariana; Calafell y el sanatorio de San Juan de Dios; las colinas de Gandaya, el Turó de la Garza; la playa de Castelldefels, el delta del Llobregat; el Prat de Llobregat con su clima especial, pegado al mar por un lado y regado por el río Llobregat, resguardado al norte por la tupida sierra de Collserola y al sur por la del Garraf; la comarca del Vallés; el Montseny, las Guillerías y los hayedos de la comarca de Osona; Can Xicarró en La Plana, antes de las escarpadas colinas tras las que se escondían Centellas o Villafranca del Penedés, lindaba por el sur con la finca de Mas Solers, a las puertas de Villafranca; Ripoll; Mas Trader, Mas Solers y Clos La Plana; Mas d’en Puig.

Madrid es otro importante escenario del libro, cubierta de un halo gris y una permanente sensación de urgencia y peligro: el barrio de Argüelles; la Ciudad Universitaria; el barrio de Salamanca; el cerro de Garabitas; la plaza de Antón Martín; la Casa de Campo; el barrio de Lavapiés, un nido de miseria; el café del Prado; la calle Claudio Coello; calle Lagasca; el cementerio del Este; la calle Arenal; calle Hortaleza; calle Gravina; la calle Blasco Ibáñez con Quintana; el barrio de Malasaña; Somosierra; calle Princesa; el palacio de Liria; la Gran Vía; el repecho de la Red de San Luis; la plaza de San Gregorio; calle Alcalá; plaza de Santa Bárbara; calle de Bordadores; el Ritz de la plaza de la Lealtad; la Castellana; Cibeles y la plaza de Cristino Martos.

Además, San Remo en Italia, la capital de la Riviera de las Flores, un destino aristocrático, con una armoniosa combinación de jardines y mansiones frente a un mar bondadoso; la plaza Cesare Battisti; sus calles estrechas empedradas con cantos rodados; la calle de Palma; Villa Nobel; la iglesia ortodoxa, los hoteles Londra y Miramare; el casino.  No muy lejos, Ceriana, un precioso conjunto en la falda de la montaña, pasado San Donato y Rodi.

También Barbastro, cercano al convento de Santa Águeda;  la localidad de Navalviento, de camino hacia la ciudad de Huesca; Zaragoza; Huesca y su provincia; Mas de las Matas; Almudévar, último pueblo antes del Monte Pelado; Tomeroso, una pequeña aldea; Casares de Puenteviejo; los Monegros; Puñoenrostro; la sierra de Gúdar; Peralejos; Celadas; Villarquemado; Caudé; Concud; San Blas; Campillo; Rubielos de Mora; el monasterio de San Miguel de los Reyes.

Otro lugar es San Sebastián: la bahía de la Concha, el monte Urgull; el palacio de Miramar, favorito de la reina María Cristina; la calla de la Escolta Real; el Club de Polo; el hotel María Cristina; Ondarreta; el Monte Igueldo y en su cima, un parque de atracciones que hace las delicias de los veraneantes e inaugurado en 1912; la isla de Santa Clara; la zona de Gros; el teatro Victoria Eugenia; el río Urumea; la plaza de Oquendo; el puente del Kursaal; la calle Urbieta.

En la ciudad de Teruel: el convento de Santa Clara, el seminario y la plaza del Torico; la escalinata de la estación y el parque de los Botánicos; el paseo de la infanta Isabel; el cuartel de la Guardia Civil; convento de San Francisco; casa Sastrón; la Diputación: la Muela, una cresta estratégicamente situada al oste de la ciudad; la calle de los Amantes; el Seminario; la Comandancia Militar; el Banco de España; el barranco del Turia; hospital de Asunción; ruinas del colegio Sadel y el Gobierno Militar.

En Asturias: Oviedo, Luarca, Somió, Gijón y la plaza de toros de El Bibio, el Mazuco, el cabo de Peñas: la parroquia de Roces, a las afueras de Gijón; la senda de Cervigón; el puerto de Candás.

Y Biarritz, al sur de Francia: el hotel du Palais, la rue de l’Imperatrice, la rue de la Frégate, con grandes casas de estilo vasco con los tejados en teja roja, las paredes blancas y las estructuras de madera bien visibles; Chez Colombini, una pastelería del centro.

Junto a la masía San Antonio, aparecen algunos lugares que son casi protagonistas también del libro, por sus detalladas descripciones que permiten visualizarlos sin ninguna dificultad.  Entre otros, quiero destacar los siguientes:

Torre de San Fernando, en el barrio del Lago, en el pueblo de Puigcerdá. Es una casa del lago, una suerte de diferentes volúmenes en tres pisos orientados hacia el valle, coronados por un techo de pizarra puntiagudo y con varios ángulos sobre los que se abren las ventas.  Las paredes blancas están cubiertas de viña virgen, una trepadora que en otoño tiñe sus hojas de rojo y que en invierno se queda in ellas.  La fachada se decora con una hermosa galería que emerge del salón principal, con grandes ventanas de guillotina, que se cierran con unas contraventanas en verdes inglés, en cuyo centro aparecen troquelados el diamante, la pica, el corazón y el trébol.

La casa de los Santceloni, a pocos metros de la Torre de San Fernando, una imponente casa con verja, balcones y ventanas en su fachada.

La finca de Mas Peirot, una magnífica masía de dos pisos y palomar, con tejado a dos aguas de teja árabe y paredes encaladas cubiertas de buganvillas y glicinias que le daban un cierto aire a cortijo andaluz.

La vivienda de los Bultó en Barcelona.  Una de las elegantes casas del ensanche derecho, de sobrio estilo neoclásico. Sobre el tejado asomaban las ventanas de las buhardillas y un escudo de piedra, que presidía toda la construcción, sobre el que se dibujaba una B gótica.

La finca de la Ricarda, una propiedad impresionante en el delta del Llobregat, fértil y plagada de estanques, con un precioso marítimo y una clima suave que se mantiene con pocas variaciones todo el año.  Es propiedad de la familia Bertrand, prominentes miembros de la burguesía.

El convento de Santa Águeda con una sala capitular, ocupada la mayor parte del perímetro por un rudo banco de madera nogal.  La estancia es tan fría como la mayor parte de las que habitan las religiosas.  Las bóvedas de crucería y las paredes de piedra se iluminan con una docena de candelabros de forja, que con su tenue luz crean sombras, claroscuros y un ambiente fantasmagórico.

La casona de Navalviento es enorme y el lujo se percibe.  Tiene una escalera de piedra tapizada con una mullida alfombra de color bermellón.  Las paredes están llenas de cornamentas y trofeos de diferentes animales, cada uno con una plaquita con la fecha y el lugar en el que han sido cobrados.

La villa de la duquesa Skosrev en San Remo fue construida cuando la indolente nobleza rusa disfrutaba de una fuente inagotable de rubos que llenaba sus cuentas bancarias y posibilitaba sus excentricidades.  La casa mantiene cierta dignidad.  El suelo de la planta baja está completamente realizada en roble francés, con incrustaciones de madera de raíz y diferentes dibujos de elaborada geometría.  Las ventanas están enmarcadas en columnas con hojas de acanto doradas, que sostienen techos pintados al fresco y rematados por recargadas yeserías y rosetones, de los que cuelgan magníficas arañas de cristal.

La finca de Mas d’en Puig, elevada sobre un alto margen de piedra, es una atalaya privilegiada que vigila los campos a sus pies, una extensión de de un centenar de hectáreas que ocupa los últimos metros de terreno arable antes del mar.

La cabaña de Mercedes, con paredes de piedra y el techo bajo también de piedra y barro, parecida a una cueva.  En una esquina, caliente el espacio una lumbre, junto a ella una gran tocón de fresno flanqueado por dos tocones menores hacen las veces de mesa y silla.

El barco Longleat IV es un carguero de acero de ciento veinte metros de eslora y dos cubiertas blancas sobre caso azul coronado por una franja roja.  La zona para el pasaje está en la popa y en la cubierta hay tumbonas mesas y sillas de teca.  Cuenta con la camarote del armador, luminoso, amplio y ricamente decorado.  Y un comedor, una sala larga y rectangular con una mesa ovalada de caoba para dieciocho comensales.

El Chalet Bidarte es una señorial casa bilbaína, un edificio ciertamente espectacular, una construcción señorial y elegante de tres pisos revestidos en piedra gris, rematados por empinados tejados de teja roja esmaltada y cerchas exteriores con aspectos de gran cottage inglés, todo en el estilo que muchos llamaban «Reina Ana».

El Liceo es la expresión más clara de la pujanza de la burguesía barcelonesa.  Colmado de oropeles y mármoles, brillante y barroco, devuelve en sus espejos la visión de una vida de lujos, fiestas y joyas.

La Recuesta de la abuela Ana en Asturias, con una verja de hierro de varios metros de altura flaqueada por dos pilares de ladrillo rematados con dos ciervos de piedra, a partir de los cuales sigue un muro, que aparece y desaparece tras la hiedra.

Can Xicarró es una masía de estilo mozárabe, en el centro de una explotación vitivinícola.  La llaman así por la baja estatura de su propietario.

Además, se mencionan la Unión Sudafricana y Rhodesia; Salem, cerca del lago Constanza, en Alemania; Canarias y Gando (Gran Canaria); Sarajevo; París; Marruecos, Casablanca, con el hotel Carlton, las montañas del Rif, Sania Ramel, Tetúan, blanca y abigarrada, Ifni; Croydon; Burdeos; Oporto; Lisboa; Cabo Yubi; el norte de África; Perpiñán; la bulliciosa Marsella y la rue d’Aix, el puerto, la estación de Saint Charles; la escarpada costa provenzal; Ventimiglia; Baleares; Valencia; el monte Gaztelumendi, Bilbao y el Chalet Bidarte; Jaca.

Y el paso fronterizo de Dancharinea; Pamplona y el convento de las Josefinas de la Magdalena; San Ramón de la Ribera; Irún, el cerro Pikoketa y Tolosa; Galicia; Castilla la Vieja, Navarra, País Vasco, Santander, el palacio de la Magdalena y el paseo de Pereda; Guipúzcoa; Génova; la Costa Azul; Yorkshire; los montes Cotswolds; el West End londinense; el Estrecho; el Canal de la Mancha; Oxford; Southhamton; Toledo y el alcázar; Castilla; Andalucía; Burgos; la ría de Bilbao; los embalses de Zollo; Segovia; Somosierra;

También, Ginebra; Durango; Totanés y la ribera del Tajo; el vizcaíno cabo Machichaco; la región de las Landas francesas; Badajoz; Lorient, en plena Bretaña francesa; Líbano; Constantinopla; San Juan de Luz; Hendaya; Valencia; la Unión Soviética; Gandesa; el río Ebro; Vilalba dels Arcs; las presas de Tremp y de Camarasa; Tarragona; Vitoria; Ramacastañas, en la falda de Gredos; la sierra de Cavalls; la región de Aude, la de Tarn, Ariège en Francia; Portbou; Argelès-sur-Mer; Santa Perpetua de Moguda.

Referencias 

Historia:

  • Constitución de la República; Huelga revolucionaria de 1934; el asesinato en Madrid del guardia de asalto José Castillo; la Gran Guerra; asesinato del príncipe de Sarajevo; el asesinato de Calvo Sotelo; el advenimiento de la República en 1931; el vuelo del Dragon Rapid; las columnas Ascaso, Lenin, Marx, la de los Aguiluchos y Durruti; el batallón Mateotti; el 39 regimiento comandado por el teniente Carlos Sánez; la ayuda de Alemania a los nacionales; el Cinturón de Hierro o de la Muerte, la Legión Cóndor; la revolución rusa; la batalla de Teruel; la toma de la Muela; la batalla del Jarama; la batalla del Ebro; la exposición universal en 1929; la rendición de Madrid el 28 de marzo de 1939; la Segunda Guerra Mundial; el Gobierno de Daladier.

Personajes históricos:

  • Andrés Saborit, vicepresidente de la organización; José Calvo Sotelo; Alfonso XIII; Lenin y Stalin; Cecil Bebb; Hugh Pollard; Francisco Franco; la zarina Alejandra de Rusia; los Reyes Católicos; el príncipe de Asturias; el coronel Berloegui; el general Mola; Pilar Primo de Rivera; Juan Negrín; general Miaja; Buenaventura Durruti; Fernando Valentí; el coronel Domingo Rey d’Harcourt; general Rojo; José Bertrán y Musitu; Fray Anselmo Polanco; el duque de Alba; Líster; Federica Montseny; el general Yagüe; Vidal-Barraquer, obispo de Tarragona; el coronel Segismundo Casado; Daladier; Herr Hitler.

Entidades, organismos o instituciones:

  • La Unión General de Trabajadores; La Guardia de Asalto; el Congreso; la CNT; la FAL; la FAI  (Federación Anarquista Ibérica); Société Nationale de Chemins de Fer; Sección Femenina de Falange; el SIFNE; Servicio de Información Militar; la Brigada Ligera; Banco de España; Cruz Roja.

Campos de concentración en Francia:

  • Campo de Bram, en la región de Aude; campos de Sepfonds, en la región de Tarn; campo de Le Vernet, en Ariège.

Literatura:

  • Sherlock Holmes; Burke’s Peerage, el libro de genealogía más prestigioso para publicar detalle datos de la nobleza y la aristocracia de Gran Bretaña e Irlanda; Alí Babá.

Modelos: 

  • Cómodas Carlos IV; arañas de cristal de La Granja; tapices de la Real Fábrica; estanterías de estilo neogótico; panecillos de Viena; porcelana Paragon; porcelana blanca de Delft; mesillas de mármol y patas doradas de estilo Luis XIV.

Marcas:

  • Máquina de coser Singer; pluma Parker; retrete en azul de George Jennings en Stangate, London; vajilla de La Cartuja; trajes de Balenciaga; copa de Codorniu; Olley Air Services; un reloj de pulsera Patek Philippe; fusiles Mauser; botella de Chianti; traje de Dege & Skiner; colonia de Penhaligon’s; Heno de Pravia; colonia Varón Dandy.

Arte:

  • El pintor Sotomayor; cuadros de Zurbarán; Caspar David Friedrich; Las Meninas.

Música:

  • La ópera cómica «El caballero de la rosa»; Strauss; Nabucco.

Medios de transporte:

  • Un reluciente landó; tres magníficos landós color oscuro; un elegante Bentley 3 1/2; un biplano Havilland bimotor; un tren amarillo y descapotable en la línea ferroviaria de la Cerdaña recorria una corta distancia de sesenta kilómetros entre Villafranche de Conflent y La Tour de Carol; un Douglas; motos Norton y BSA; un avión Junkers; tanques Panzer I; el acorazado España; el crucero Almirante Cervera; el destructor Velasco; un reluciente Bugatti biplaza; un enorme Lancia Astura; el barco Longleat IV; el Queen Mary; el vapor Navarra; una berlina Fiat 514; el barco hospital Crespo; barcos Toñín, el 531 o el Mar del Medio; un Opel Olympia; cuatro Bentleys oscuros.

Aeródromos:

  • Barcelona; Álava; Guipúzcoa y Sondica.

Medios de comunicación:

  • El ABC; La Vanguardia; Blanco y Negro; La Voz; La Stampa; Semanario La Ametralladora; A.Z. Radio.

Clima:

  • Veranillo de San Martín en noviembre.

Himnos:

  • La Internacional; La Marsellesa.

Jardinería:

  • Capability Brown.

Tiendas, comercios, establecimientos:

  • Las camisas de Bel en Barcelona; Casa Conde de Barcelona; Palomeque o Casa Nazaret en Madrid; los trajes de Santa Eulalia en Barcelona; Frojo Horlogerie-Bijouterie en Marsella; clubes del West End londinense; sastrería de Savile Row; Sastrería Burgos; Palomeque; Casa Nazaret; pastelería Piguillem de Puigcerdá.

Cine:

  • Cary Grant; los hermanos Marx.

Biblia:

  • La mujer de Lot; el Antiguo Testamento.

Enfermedades:

  • Tuberculosis.

Satélite:

  • la Luna.

Sudario:

  • Lienzo de Turín.

En resumen… «El heredero»

La primera vez que oí hablar de este libro fue en un programa de radio una mañana de fin de semana.  Concretamente, a principios de febrero de este año.  Me llamó la atención que la charla se inició con el comentario del presentador: «… las grandes historias se detectan desde el primer capítulo».  También nos trasladó a los oyentes la increíble historia que os he contado en «Curiosidades» y cómo una editora de España lo descubrió, a través de unas reseñas que vio en varias publicaciones.  Se descargó la muestra gratuita y le encantó, tenía que saber más de ese autor, le buscó en redes y enseguida le mandó una oferta. ¿No es maravilloso? Desde luego, llamó mi atención y supe que no tardaría en leerlo.

Además, el autor lo escribió en una cabaña sin agua y sin luz (aunque ahora creo ya tiene agua). Allí se refugia para reflexionar los fines de semana, para alejarse de la intensidad de la capital donde vive y trabaja. Y se puso a teclear, primero anécdotas familiares, después ficción, y disfrutaba haciéndolo.  Surge de la necesidad de recopilar todo aquello que le contaban sus abuelos, por los que sentía veneración, evitando así que se olvidase, que los nietos dejasen de recordarlo. Precioso ¿no? Otra razón más para hacerme con un ejemplar.

¿Necesitaba algo más para comenzar su lectura? El libro se centra en una saga y cuenta las vivencias de sus integrantes durante la Guerra Civil española.  ¡Increíble! Me encantan las narraciones sobre grandes familias, en las que se va descubriendo a los distintos personajes, con sus distintas personalidades, sus rasgos en común y las diferencias que los hacen únicos, a pesar del tronco común.  En este caso, nos acercamos a la burguesía catalana.

No es un libro sobre la Guerra Civil, pero es el periodo en el que se mueven los protagonistas y que sirve de herramienta para ponerlos a prueba.  De hecho, el conflicto los lleva al límite y eso es lo que se cuenta, qué pasa cuando las circunstancias te obligan a cambiar tu vida habitual, cuando las dificultades se multiplican y nada es lo que era hasta ahora, un paréntesis de destrucción.  Las consecuencias de ese cambio hacen que cada persona reaccione de una forma, que cada uno pueda mostrar lo mejor o lo peor de su personalidad, incluso ambas cosas.

Y la novela me enganchó desde la primera página, por lo que os he contado y porque nos muestra cómo afecta la guerra a unas familias de la burguesía.  Por un lado está la estirpe que, por su posición social privilegiada, puede elegir con qué bando luchar.  Elección que no tuvieron otras personas, que se veían obligadas a unirse a los nacionales o a los republicanos según el lugar en el que vivían, a pesar de sus ideales o sus convicciones.  Es la gran ventaja que tuvieron.  Por otro, el otro clan, formado por doce personas, seis hijos, cuatros hijas y sus padres, que debe huir a Francia con lo puesto desde una localidad próxima a la frontera con el país vecino, donde veraneaban.

Sin duda, ha sido una delicia avanzar en estos recuerdos novelados, en una playa del norte con el cielo nublado o tras el cristal, a veces, mientras la lluvia estropeaba un poco nuestros planes.  Ha sido un viaje increíble por muchos lugares de nuestro país, pero también por destinos galos o en Italia.  Unas veces recorriendo los rincones de las masías, a través de las completas descripciones que nos regala el escritor porque las conoce bien, y otras sufriendo con los problemas que genera una contienda.

Asimismo, me parece muy acertado cómo la primera parte nos sirve para contextualizar el resto de la historia.  Ahí descubrimos un secreto (que tendréis que averiguar vosotros mismos) y nos hacemos a la idea de cómo van a ser los protagonistas de las otras partes.  La segunda, la más extensa y realmente la que conforma el grueso de la trama, viene marcada por el inicio de la guerra que lo va a marcar todo.  Se diferencia claramente del resto del libro, como no puede ser de otra manera.

También quiero resaltar el ritmo del libro, puesto que existe una excelente combinación entre el detalle en las descripciones, en los acontecimientos, en las sensaciones, en las reacciones, incluso en los pensamientos y una longitud adecuada en los capítulos, en los cambios de escenarios, en las aventuras o vicisitudes de los distintos personajes, que son muchos.  Sin olvidar que se van sembrando dudas, sorpresas, preguntas que mantienen el interés del lector en todo momento.  Vas cogiendo y dejando a los personajes de una forma ágil y, sinceramente creo, muy estudiada por el autor para que los recuerdes y los vayas retomando cuando corresponde.

Me parece muy destacable y bastante acertado que Tarradas Bultó haya querido mostrar que, en ambos bandos, hay personas de todo tipo, que no todo es blanco ni negro, que muchas personas no pudieron ni elegir el bando en el que luchaban.  Cualquier colectivo está integrado por gente buena y gente mala, independientemente de su pensamiento político, nunca un grupo es homogéneo en ese sentido.  Y también había mucha gente que no tenía ni unos ideales políticos claros y fue reclutada por alguna de las tendencias para combatir y poner en peligro su propia vida.  Toda la población se vio envuelta en una pelea fratricida, dirigida por los mandos.

Del mismo modo, el escrito no olvida otros temas que también formaron parte de la guerra:

Las dos partes enfrentadas y la división que continuaría en el futuro:

«Y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos recordarán siempre que hay dos tipos de españoles, unos buenos y otros malos según el lado desde que el que sus abuelos mataron» (página 268)

Algunas de las consecuencias de la guerra:

«El punto positivo de la situación era que todo el mundo se había quitado la careta y nadie pretendía ser lo que no era» (página 314)

Y también los efectos de cambiar de bando:

«Cambiarse de bando e integrarse en el ejército en el que se creía no era fácil; en la mayoría de los casos, resultaba tremendamente arriesgado.  (…) Se castigaba severamente con su reubicación en los batallones más peligrosos o incluso con la muerte a los que cogían en el intento.  En algunas unidades, el fusilamiento de desertores provocaba más bajas que el fuego enemigo» (página 322)

La obligada adhesión a Franco:

«… le había hablado de los rumores de la feroz represión que se estaba llevando a cabo contra cualquiera que no demostrara total adhesión a Franco y los naciones.  Pese a que antes de la toma de la ciudad, los naciones habían lanzado octavillas prometiendo que no habría venganzas ni purgas, parecía que aquellas eran promesas que los vencedores no estaban dispuestos a respetar» (página 460)

Las denuncias de los vencedores, la venganza de los días de angustia, el revanchismo:

«El revanchismo aún iba a tardar en desaparecer y y las autoridades no se tomaban ninguna molestia en evitar que el pueblo castigase al pueblo» (páginan 557)

Por supuesto, el exilio de los perdedores:

«Mientras, cientos de miles de personas huían al exilio entre lágrimas» (página 616)

Y, sobre todo, el hambre:

«Las cartillas de racionamiento daban a cada persona cien gramos de pan al día, un tercio de lo que daban tan solo un año antes, y aun así, en muchas ocaciones no había suficiente para todos» (página 618)

Sin olvidar, la actitud que esos exiliados encontraron en Francia, muy diferente el abrazo que esperaban recibir los republicanos.  Su Gobierno internó a todos lo que pudo en campos de concentración.  Había más de dos docenas y suponían un problema para ellos.  Allí, padecían condiciones inhumanas, porque incluso carecían de barracones, eran simplemente una zona cercada a la intemperie.  No tenían agua, ni alimentos, ni las mínimas condiciones higiénicas, así que enseguida las enfermedades empezaron a provocar muertes:

«Era una playa con un cercado de espino que encerraba a sus compatriotas, sin barracones más que para una décima parte de aquellos desventurados recluidos.  Famélicos, cubiertos como podían con mantas, algunos habían conseguido hacerse un refugio con cañas y lonas, otros, habían cavado agujeros en la arena» (página 635)

Después, otro aspecto importante para mí, es que me ha hecho recordar a mis abuelos.  Una generación que padeció una época histórica complicadísima y que nos dejó una lección de generosidad que, a menudo, nos empeñamos en olvidar.  Muchos callaban porque no querían remover episodios dolorosos de su pasado, pero cuando hablaban, cuando contaban sus recuerdos, se notaba lo difícil, lo doloroso que había sido verse inmerso en un hecho que te enfrentaba a tus amigos, a tus vecinos o a tus parientes.

Ahora me gustaría volver a tenerlos para preguntarles mil consultas sobre su experiencia, para comentar cómo les afectó ese periodo, para que me contasen cómo sobrevivieron, cómo sintieron lo que sucedía.  A veces, he escuchado sus relatos, especialmente de mi abuela paterna, pero con el paso de los años, me faltan más detalles, más pormenores de las consecuencias en su existencia… profundizar en sus recuerdos de su mano.  Ahora les haría un millón de preguntas.

Es probable, por ponerme puntillosa, que me haya faltado un poco más de evolución en alguno de los personajes y, sin embargo, se compensa con la cuidadosa y esmerada presentación que tenemos de cada uno de ellos.  Ciertamente, llegas a conocerlos profundamente y a comprender lo que sienten en cada pasaje.  Es precisamente en la figura de Antonio en la que he notado una transformación más marcada de su carácter, de su forma de pensar y de ver la situación, pasando por variados estados de ánimo.  Un tipo capaz de adaptarse, de perdonar, de empezar de cero, de ayudar sin pensar en las consecuencias, de ser humano, incluso de ser alegre cuando puede, a pesar de que la vida ha sido muy injusta con él.

Y ¿qué puedo decir de los personajes femeninos? Me ha encantado Ana Argüelles, una aristócrata cercana, una mujer con una fuerte personalidad, con unos firmes principios, un amor increíble y generoso hacia su familia, y, sobre todo, un coraje a prueba de cualquier contratiempo.  Me ha caído simpática desde su primera aparición. He disfrutado mucho con ella, pero también con Montserrat una protagonista fuerte, con unas convicciones inalterables que la obligan a luchar y que se esfuerza en no perder en ningún momento, aunque la muerte la rodea.  Además, es una persona leal y esa es una cualidad que, como ya os he contado, admiro profundamente.  Sin duda, las prefiero a la estirada Eugenia o a la convencional Inés.

De la misma forma, he advertido que el autor se ha documentado bastante y transmite su fascinación por la historia del siglo XX. Por cómo sociedades avanzadas se vieron envueltas en conflictos sangrientos, en revoluciones que cambiaron el mundo para siempre.  Y, el autor, ha tenido la fortuna de poder revisar toda la documentación que se conserva en la masía de San Antonio, fundamentalmente cartas de protagonistas reales que conocieron la guerra en primera persona.

Y en este sentido, también me ha parecido muy interesante conocer un poco más de la burguesía catalana, que es bastante desconocida porque son muy herméticos y poco dados a que se conozca más de ellos.

En conclusión, os recomiendo este libro porque la historia te atrapa desde la primera página, con una tormenta.  Además, cuenta con todos los elementos necesarios: una guerra como escenario que pone a prueba a los personajes, tres historias de amor (una imposible desde el inicio, una absolutamente convencional y otra adorablemente auténtica), dos familias que van uniendo sus caminos desde un secreto no confesado, un malvado embaucador y cínico, mujeres valientes, hombres comprometidos, personajes históricos que formaron parte de esa época, unas masías fabulosas, la ambición, la adaptación a las circunstancias, casualidades, contratiempos, un buen puñado de muertes y una escena muy muy romántica en un barco (sencillamente preciosa).

Para terminar, os confieso que, en mi opinión, Rafa Tarradas Bultó tiene razón, «hay que solucionar cosas como los muertos en las cunetas pero también hay que mirar hacia adelante y no encallarse en el pasado».

Por eso, os invito a adentraros en la historia de «El heredero» y, como siempre, ya sabéis, cuando la hayáis leído ¡dejad vuestros comentarios!

¡Saquemos siempre lo mejor de nosotros mismos en cualquier circunstancia!

Mis fragmentos preferidos 

«Josefa pensó en que se podía decir mucho de la importancia y estatus de una persona en función de lo que tardara en empaquetar su vida» (página 34)

«Poco a poco, los gritos histéricos habían tornado en llantos continuados muchas más desconsolados, aquellos que se suceden cuando ya todo se da por perdido y el dolor del corazón se hace sentir también en la cabeza» (página 165)

«En un mismo día todos podemos pasar por momentos de alegría y de tristeza, y cada uno en un momento diferente(…) El dolor es una cosa muy íntima y la nostalgia también.  Cada uno tiene sus ritmos y su corazón.  Y no nos tiene que doler cuando no vayamos todos al mismo ritmo que los de nuestro alrededor.  Cada uno vive, siente, padece a su manera, con sus tiempos» (página 236)

«Mercedes le había dicho en una de sus conversaciones que una madre debía ser como una roca, un lugar al que sus hijos pudieran volver siempre, un punto seguro en el que descansar cuando las cosas se ponían feas, y que, para que así fuera, una madre nunca podía dejar que sus sentimientos desbordaran lo racional» (página 290)

«Se dijo que en todos los bandos había buenos y malos, y que, al final, aquella situación era la consecuencia de la lucha de unos y otros por mejorar sus vidas. Se tendrían que haber puesto de acuerdo» (página 431)

«Y quizás nada deba ser igual.  Hay que recordar, no olvidar nunca y rectificar aquello que pudimos haber hecho para no llegar a este punto» (página 461)

«Ninguno podemos estar orgullosos de nuestro bando.  No te haces a la idea de las barbaridades que estamos haciendo todos.  A veces, a vista de pájaro, cuesta comprender cómo hemos enloquecido todos de esta manera» (página 543)

«Ojalá cuando acabe todo esto valoremos a los demás por lo que pueden llegar a ser, no por lo que han sido hasta ahora» (página 598)

Los fragmentos que me hicieron reflexionar

«Creo que todo el mundo está manipulado, que los que mueven los hilos no morirán por los ideales que promulgan, que somos peones, unos y otros, y que cuando acabe esto, nadie sabrá cómo empezó, pero todos habremos perdido» (página 183)

«Pensó que la guerra tenía el poder de sacar lo mejor y lo peor de cada uno, de mostrar virtudes y habilidades que hasta entonces habían permanecido ocultas y también, claro, aspectos monstruosos e inhumanos» (página 189)

«A todos se nos va a hacer el corazón de piedra, para que nadie nos lo pueda romper nunca más (…) El corazón es igual que la tierra.  Hay que regarlo a menudo si no queremos que se vuelva de piedra, porque lo malo de las piedras es que es tan difícil que entren sentimientos en ellas, como que salgan» (página 268)

«El miedo y el odio perduran en la cabeza.  Se transmite de padres a hijos.  De hijos a nietos» (página 269)

«Las guerras deberían acabar con el fin de las batallas, se dijo» (página 461)

Palabras aprendidas

  • Masovero: Labrador que, viviendo en masí ajena, cultiva las tierras ajenas a cambio de una retibución o de una departe de los frutos.
  • Gánguil: Barco de pesca, con dos proas y una vela latina.  Arte de arrastre de malla muy estrecha.  Barco destinado a recibir, conducir y verter en alta mar el fango, la arena, la piedra, etc. que extrae la draga.
  • Furriel: Cabo que tiene a su cargo la distribución de suministros de determinadas unidades, así como el nombramiento del personal destinado al servicio de la tropa correspondiente.  En las caballerizas reales, oficial que cuidada de las cobranzas y paga de la gente que sería en ellas, y también de las provisiones de paja y cebada.

 

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