Autor: Javier Moro
Páginas: 406
Curiosidades
Comienzo la reseña de «A prueba de fuego» del escritor Javier Moro, indicando que la novela nos cuenta la vida del arquitecto Rafael Guastavino. Hasta ahora, se había hablado mucho de lo que consiguió, de cómo dejó su impronta en la ciudad de Nueva York y en la arquitectura estadounidense, de su genio como emprendedor y de su talento como artista, pero nada de su vida personal.
Su obra, que fue inmensa, había eclipsado a su persona. Su estilo, mezcla de innovación y arte, de imaginación e ingeniería, marcó la época convulsa que vio nacer el mundo moderno. Por eso, en 2016 el autor fue en busca de su historia personal, y empezó por el lugar donde reposan sus restos, una cripta en la basílica de Asheville, en Carolina del Norte.
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Además, descubrió unas cartas inéditas de la familia que desvelan los secretos inconfesables de una vida amorosa que la ficción más descabellada no hubiera podido inventar. Su trayectoria oscila entre la pulsión creativa y la necesidad de supervivencia, entre la lealtad y la infidelidad, entre la ambición y la pasión por la tierra que le vio nacer.
Esas cartas son la base del libro que ha escrito Javier Moro, y cuyo título, A prueba de fuego, evoca el argumento principal que utilizó al llegar a Nueva York. Había patentado un sistema de construcción ignífugo inspirado en la bóveda tabicada mediterránea, en una época en la que los incendios asolaban ciudades enteras. Aunque no le fue fácil abrirse camino.
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A través de la historia, nos muestra también el temperamento creativo del padre, que moldeaba el espacio y a las personas a su guisa, hizo de su hijo una obra más, una obra de carne y hueso gracias a la cual pudo luego acometer muchas otras que aspiran a la inmortalidad. Que se llamasen igual —Rafael— no hizo más que reforzar su fama y su marca, pero también confundirlos.
Padre e hijo fueron inseparables compañeros, y también rivales. Rafael padre le formó como su aprendiz. El niño era su báculo, su lazarillo, su voz. Lo llevaba a todas partes, a los bancos, al Ayuntamiento, a la obra, a las reuniones con los grandes arquitectos de la época, para que hiciese de intérprete. El chico se hizo mejor que el padre.
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Javier Moro:
«A los Guastavino los animaba una fe inquebrantable en su propia visión de la arquitectura, así como sólidos conocimientos en ingeniería. Sus vidas personales, inestables y turbulentas, hizo que se refugiasen en el trabajo. El resultado todavía deslumbra, y se puede visitar».
Sinopsis
Nueva York 1881: en uno de los barrios más populares malviven el pequeño Rafaelito y su padre, Rafael, un reputado maestro de obras valenciano que lucha por demostrar su talento en la gran urbe. Lo acecha la ruina absoluta. Pero gracias a su genio infatigable, ese hombre alcanzará fama y fortuna al construir los edificios emblemáticos que han dado su perfil a Nueva York.
Javier Moro nos presenta al singularísimo Rafael Guastavino, un auténtico genio de la construcción que deslumbró a los grandes magnates norteamericanos, conquistados por las técnicas que empleaba en sus obras para evitar los incendios, el mayor mal de las megalópolis del siglo XIX.
Tuvo una vida jalonada de éxitos: de su estudio salieron construcciones tan «neoyorquinas» como la Estación Central, el gran hall de la isla de Ellis, parte del metro, el Carnegie Hall o el Museo Americano de Historia Natural.
Mi opinión
Estructura
El texto está dividido en 75 capítulos. Estos capítulos son breves, no se alargan, de modo que es fácil ir dividiendo la lectura.
Además, cuenta con un «Prefacio» al principio y un «Epílogo» y otra parte dedicada a los «Agradecimientos».
El libro está contado en primera persona, porque el hijo, Rafael Guastavino Jr., Rafaelito durante una buena parte de la novela, quien se convierte en el narrador y nos va dando los detalles de la vida de su padre y de las personas que intervienen en ella. Y, todo esto, mezclado con sus impresiones, sus sentimientos, sus emociones, su relación, a veces teñida de admiración y otras marcada por las diferencias, los distintos puntos de vista.
La historia
En «A prueba de fuego» el protagonista es el arquitecto español Rafael Guastavino. Una figura que, en mi opinión, no es lo suficientemente conocida en nuestro país a pesar de la importancia de su obra. De hecho llama la atención que, cuando falleció, en la prensa norteamericana se le consideró «el arquitecto de Nueva York», una ciudad en la que trabajó muchísimo dejando un importante legado.
Y su historia es realmente apasionante, porque emigró, cambiando de continente y sin conocer el idioma, cuando tenía ya casi cuarenta años y una destacada carrera en Barcelona. Es el relato de alguien que comenzó de cero, en un lugar lleno de oportunidades, pero donde nadie le conocía, ni tenía contactos, ni nadie que le abriese camino.
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Además, es el relato del interés que suscitaron sus diseños de paredes y bóvedas de doble tabique. De sus análisis de los métodos de construcción, de su intención de lanzarse a construir. La evolución de un niño, acostumbrado al fuego por su origen y preocupado por sus efectos de los incendios, que jugaba al escondite en el espacio entre el techo y la cubierta de madera de un edificio. De un chaval que observó cómo construían en su ciudad, una forma que se remontaba a la arquitectura islámica.
Es la historia de unas estructuras austeras, complejas y simples al mismo tiempo, un sistema basado en las bóvedas mediterráneas, de inspiración bizantina e islámica, de materiales corrientes, de bajo coste y de ejecución sencilla. Una técnica muy versátil aplicable a múltiples soluciones constructivas y, sobre todo, con una gran virtud: a prueba de fuego.
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También cuenta la transformación de las ciudades, de Nueva York, Boston y Chicago, o Valencia y Barcelona. Y ese cambio se sitúa en un contexto, que nos permite vivir un pasado no tan lejano, pero sí muy interesante. Asistimos a distintos acontecimientos, a nuevos inventos, a la vida de importantes arquitectos, a cambios de siglo, a la creación de patentes, a formas variadas de vida, a las aventuras de distintas familias…
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Sin duda, las relaciones personales son otras de las protagonistas: especialmente la relación padre e hijo, entre Rafael y Rafaelito o Rafael Jr., su evolución, sus distintas etapas, los cambios y las dificultades que conlleva el trabajar juntos y el compartir el tiempo y los proyectos, una especie de competencia y el amor como nexo de unión. ¿Dónde acaba uno y empieza el otro?
Y no me olvido de las relaciones amorosas de ambos, que podrían calificarse, cuando menos, de sorprendentes. Pero no voy a desvelaros nada más sobre este punto, hay que leerlo y ver cómo van pasando las cosas. Al fin y al cabo, el objetivo de esta narración es mostrarnos la vida personal del reconocido arquitecto, que quedó siempre en un segundo plano.
Los personajes
Rafael Guastavino nace el 1 de marzo de 1842. Tiene un bigote espeso y la patilla desciende por su cara. Nace y vive en Valencia (una clara influencia en su obra, la catedral y la Lonja le marcan), después en Barcelona, donde diseña y proyecta en las mejores zonas del Ensanche, hasta que su caída arrastra a todos y toma la decisión de emigrar.
Decide embarcarse en la aventura americana. Él es puro instinto y a todo le saca una lección. La música es su manera de refugiarse de las miserias de la vida, su forma de calmarse, opina que tocar algún instrumento es bueno para la disciplina y la concentración, su violín es su bálsamo de tranquilidad. De hecho, hasta el final de la adolescencia muestra una clara preferencia por la música, frente a la arquitectura. Pronto empieza a trabajar con un arquitecto municipal en Valencia y se acaba de formar en Barcelona, cuando ya ha nacido su primer hijo.
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Su vida personal es un caos y arrastra mucho lío familiar, el equipaje de su vida anterior, es un pesado lastre. Matrimonios, infidelidades, abandonos, deudas, traiciones… En Nueva York empieza de nuevo su vida, acompañado de su hijo pequeño, Rafaelito. Se preocupa por la formación de su hijo, está pendiente de sus progresos, aunque no deja de intentar abrirse camino. Toma las decisiones sin pensarlas mucho y no es muy efusivo en sus demostraciones.
En el trabajo es un perfecto director de orquesta, trata a todos por igual, da consejos y se pone manos a la obra él mismo. Siente apego por cada uno de los oficios que forman parte del mundo de la construcción. Todo lo meticuloso y eficaz que es a pie de obra (especialmente con la seguridad) lo es de descuidado y negligente con el dinero. Es un optimista inveterado, se cree sus propias ilusiones y las transmite a su gente, y es un pésimo hombre de negocios, no amarra los contratos, se fía de quien no hay que hacerlo, calcula mal…
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Es muy creyente y muy generoso, el dinero le quema en las manos aunque no lo tenga. Jamás presenta un presupuesto que se ajuste a la realidad, no verifica los precios, esa es su perdición y se aprovechan. No es un hombre que se regodee en la melancolía, su naturaleza es optimista y emprendedora. Necesita sentirse útil. No tiene vanidad de autor y tiene una fe inquebrantable en sus ideas sobre diseño y construcción, y su entusiasmo es arrollador, una caja de sorpresas constante.
Su carácter es anárquico y le cuesta aceptar limitaciones. Es un hombre más bien bajo, fornido, tocado de un sombrero, con bigote y anchas patillas plateadas. Es un arquitecto que deja su impronta en la ciudad de Nueva York y en la arquitectura norteamericana. Su obra eclipsa su vida personal. Su temperamento creativo, su genio como emprendedor y su talento como artista moldean el espacio y las personas a su guisa. ¡Tenéis que conocerlo mejor en las páginas del libro!
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Rafael Guastavino Jr. nace en casa de la abuela, en un barrio cerca del puerto de Barcelona. Su padre le enseña los signos de puntuación, el abecedario y a contar. Es un niño de ojos azules que crece con su padre y la ausencia de su madre, al principio la añora. Es un chico brillante y trabajador. En el colegio de los Whitlock, ya en Nueva York, aprende inglés sin acento, rudimentos de álgebra y matemáticas, historia de los Estados Unidos, carpintería y dibujo. Después de esa etapa, ya no es un niño travieso al que hay que vigilar constantemente, ha madurado, con doce años, se comporta como si fuese mayor. Ingresa en la escuela pública número 29, con alumnos de distintas procedencias. Se inscribe en el equipo de béisbol y juega al basket.
Tras las clases hace de recadero, traductor, ayudante y hasta de albañil, le encanta manipular el yeso. A veces su padre le pide que la termine un dibujo o le pregunta su opinión, le trata como un adulto. Le gusta seguirle, mirarle, estar a su lado, verle trabajar. Pasa largas con él y cuando no está con él, se siente inquieto, su ausencia le perturba. Sus comentarios siempre constructivos le proporcionan una seguridad reconfortante. Su paraíso particular es su padre.
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Siente por su padre un respeto reverencial, no le tiene miedo, sino confianza. A los quince años continúa su aprendizaje con él, trabaja el día entero en su oficina, es su aprendiz y se va convirtiendo en un delineante aceptable. Con diecisiete empieza a no estar de acuerdo con él en todo, deja de ser su dios, aunque profesionalmente sigue siendo su máxima referencia. A los veintidós tiene una sólida experiencia en la mesa de dibujo, se interesa por la gráfica estática, la ciencia que se ocupa de la tensión en las estructuras.
A los veinticinco años su pelo es ya gris, por atención y control totales que presta a su trabajo. Su vida es su trabajo y no hay espacio para nada más. No es feliz, es presa de un malestar del que no encuentra causa, es un solitario, sin raíces ni estructura familiar. La adolescencia le llega diez años tarde. La relación entre padre e hijo va evolucionando, incluso existe cierta rivalidad, pero siempre desde el amor. Gana concursos y va haciendo su camino, hasta los treinta años de profesión. El resto tenéis que descubrirlo capítulo a capítulo.
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Paulina es la madre de Rafaelito. En ciertas circunstancias puede ser testaruda. Es analfabeta y necesita que alguien la transcriba las cartas. Es la viuda de un pintor que pasa por apuros económicos cuando conoce a Rafael. Sabe coser y ocuparse de los niños. El arquitecto y su esposa Pilar la contratan para ocuparse de los remiendos de la ropa y para pasear a los niños por las tardes. Le da por llorar y tiene buen carácter.
Es cariñosa y de buen ver, tiene rizos rubios que le enmarcan el rostro y los ojos azules. Es una mujer sencilla que tiene miedo a lo desconocido. La responsabilidad de cargar con sus hijas le pesa. No puede integrarse en la vida neoyorquina.
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Paquita Valls es hija de Paulina y hermana de Rafaelito por parte de madre. Escribe mal, con faltas de ortografía porque aprende tarde, como su hermana.
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Engracieta Vall es también hija de Paulina y hermana de Rafaelito por parte de madre.
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Fernando Miranda es un escultor valenciano.
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Davide Giuseppe Guastavino es el abuelo de Rafael Guastavino. Aprendiz de constructor de pianos en un pueblo de Liguria. Huye a España en 1798 cuando Napoleón disuelve la República de Génova. Se gana la vida en Valencia, Barcelona y Madrid como templador de claves y pianos y profesor de música.
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Antonio Guastavino es el hermano mayor de Rafael. Llega a ser maestro de capilla de música en la catedral de Santiago de Cuba.
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Arturo Cuyás publica en La Llumera, una revista ilustrada mensual en catalán y es un vivero de artistas españoles. Inicia una colecta de dinero para dotar a la ciudad con una estatua de Miguel de Cervantes que pretende ubicar en Central Park. Sus proyectos son siempre descabellados.
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José Francisco Navarro es un empresario vasco que es socio de Thomas Edison y se codea con lo más granado de la sociedad neoyorquina. Ha tenido un éxito considerable como promotor y financiero del ferrocarril elevado de la Sexta Avenida. Su fama le viene por haber levantado el primer rascacielos de la ciudad, el primer edificio con ascensores. Construye los Spanish Flats, que dan a Central Park, unos inmuebles con ascensor, calefacción por vapor, agua caliente central y telefonía interna.
Resulta ser un hombre sencillo, campechano. Quiere popularizar un nuevo tipo de cemento inglés, el Portland, en Estados Unidos. Con el tiempo, se convierte en el mayor productor mundial de cemento después de comprar una patente de hornos rotatorios que permite obtener un Portland de calidad óptima y, sobre todo, regular. Nunca dejar se sentirse español, no solicita la nacionalidad norteamericana, a pesar de estar casado con una neoyorquina y de estar bien integrado en la sociedad local.
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Eusebio Güell es amigo común de Rafael Guastavino y José Francisco Navarro.
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Joan Güell es el padre de Eusebio. Tiene una empresa metalúrgica, que proporciona las columnas de fundación para le enorme fábrica Batlló.
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Pilar Guastavino es la mujer de Rafael Guastavino y también su prima adoptiva, con la que se casa legalmente y por la Iglesia, siendo ambos jovencísimos. Delgada, ni guapa ni fea, con el pelo castaño claro, casi rubio, tiene unas facciones angulosas que se acentúan con la edad, su rostro es afilado y su mirada penetrante. El aura de prima rica la da un encanto especial, como una pátina de exotismo. Parece más madura que su edad y hasta un poco resabiada.
Su carácter es autoritario, no es fácil, siempre exacerbada y muy perfeccionista. La relación no es nada fácil, crecen en direcciones distintas, no comparten afición alguna, excepto la lectura y el grupo por el campo, sus intereses son del todo divergentes. Le irritan muchas cosas de Rafael, como su desorden, su impuntualidad, sus delirios de grandeza, sus incumplimientos, sus peticiones de dinero o sus ausencias. No le tiene confianza y el equilibrio de su relación es muy precario.
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José (Pepe) Guastavino es el hijo mayor de Rafael y Pilar. Concebido en las bóvedas de la Lonja de Valencia. Es hermano de por parte de padre de Rafael. Su padre le lleva de la mano a la obra de la fábrica Batlló a columpiarse en las pasteras de cemento. Luego, se traslada a Argentina, a La Plata, para evitar la «llamada a quintas». Es un arquitecto de prestigio. Se sigue escribiendo con su padre a escondidas.
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Ramón es el segundo hijo de Rafael y Pilar. Le gusta vivir en la finca de Huesca. Hereda de su padre la vocación de vinatero, comparten el arte de hacer buen vino. Después, en Argentina, también se dedica a hacer vino y se alinea con su madre. Su bodega es La Dormida y produce vino a base de una uva de origen francés llamada Malbec.
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Manuel Guastavino es el tercer hijo de Rafael y Pilar. Después, en Argentina, es constructor en Buenos Aires. Tiene tres hijos, el tercero se llama Rafael.
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Francisca Ramírez es una mujer joven, guapa, menuda, con el pelo color azabache recogido en un moño, grandes ojos negros, una sonrisa luminosa que deja ver una hilera de dientes muy blancos y una risa cristalina. Es de México capital. Trabaja como institutriz para una familia con un par de niños rubios, repeinados y bien vestidos. Su inglés es fluido, sin apenas acento. Es atractiva, tiene desparpajo, instruida y resuelta. Su madre es profesora de instituto de ciudad de México, separada de su padre, un político local y muy aficionado al mezcal.
Mezcla firmeza y calidez. Sabe tratar a los niños y no es una mujer sofisticada, tiene carácter y sabe de letras, es una mujer fuerte y culta. Su franqueza raya en la insolencia. Es una mujer celosa, dicharachera, alegre e independiente, capaz de lidiar con un acreedor o hablar con una profesora con la misma facilidad con la que prepara unas fajitas o canta una ranchera. Es una fuente constante de alegría, siempre dispuesta a animar, a encontrar una solución, a salir adelante.
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El matrimonio Whitlock regenta una one room school en el campo, una casa grande en una granja. Son gente afable, hospitalaria y afectuosa, educan a niños de entre seis y doce años. Ella tiene una sonrisa maternal, él es más rústico, un poco más rígido. Se convierten en una familia para Rafaelito.
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Domingo Mora es amigo de Rafael Guastavino. Es el director de diseño de la Terra Cotta Company, una empresa que fabrica ladrillos, más finos y alargados que los otros dos tipos de ladrillo que usan en esa época en Estados Unidos. Tiene un bigote poblado, como Rafael, y una imponente perilla.
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Rafael Guastavino y Pascuala Moreno son los padres de Rafael. Tienen catorce hijos (el arquitecto es el quinto), de los que solo siete llegan a la edad adulta. Él tiene un taller de ebanistería en la casa donde viven. Su vena artística se manifiesta cuando le encargan trabajos que no tienen relación con la albañilería, como la puertas labradas de la seo de Urgell. Fabrica juguetes de madera para sus hijos e instrumentos musicales. Rafael, nuestro protagonista, trabaja con él, sobrecargado de trabajo, y aprende los fundamentos de la construcción.
Dos de sus hijos acaban metiéndose a cura (José, hermano menor de Rafael, capellán castrense) y fraile, respectivamente, y su hija Magdalena se hace monja. Su hija Pascuala cría a Rafael como una segunda madre y es monja de la orden de las Trinitarias. Antonio, hermano mayor de Rafael, como he mencionado más arriba, después de enviudar se hace monje franciscano y llega a ser maestro de capilla de música en la catedral de Santiago de Cuba. Otra hija es Juana.
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Esperanza Moreno Ebrí es la tía soltera de Rafael Guastavino. Vive con su madre en la casa de los padres de Rafael, hasta que no caben cuando nace el quinto hijo.
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Antonio Guastavino Buch es tío de Rafael, le da clases de solfeo y le inicia en el violín.
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Antonio Guastavino Escribá es primo hermano de Rafael y afinador de pianos. Le ayuda a perfeccionar el manejo del violín.
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Sebastián Monleón es un arquitecto municipal en Valencia con el comienza a trabajar Rafael, para ayudar a sacar a la familia adelante. Construye en la playa el balneario flotante La Florida. Abarca interesantes proyectos.
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Rafael Monleón Torres es el hijo de Sebastián Monleón. Es un gran dibujante con vocación de pintor.
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Juan José Nadal es antepasado de Rafael por parte de la familia de su madre, judíos conversos aragoneses dedicados desde antiguo a la construcción. Es un célebre maestro de obras que participa en la construcción de veintidós templos, algunos con envergadura de catedral.
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Ramón María Ximénez es un arquitecto de Valencia, el más viajado de su generación, de gran solvencia y competencia técnica. Le ofrece a Rafael levantar los planos de la Lonja para una monografía de monumentos españoles que le han encomendado. Es su primer encargo serio como delineante.
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Ramón Guastavino Buch es el tío de Rafael. Se ha enriquecido aprovechando el auge de la industria textil catalana. El éxito de su cadena de tiendas – almacenes El Águila– llena sus bolsillos a la vez que lo introduce en la flor y nata de la sociedad catalana. Junto con su mujer, inicia el procedimiento legal para adoptar una niña del orfanato del hospital de la Santa Cruz. No es un hombre que se deje llevar por sus impulsos.
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Manuela López es la esposa de Ramón Guastavino Buch y tía de Rafael. Es valenciana.
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Pere Bosch y Lambrú es socio de Ramón Guastavino Buch, un avispado abogado que le propone abrir tiendas con un aire novedoso.
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Juan es el tabernero de la calle de las Carretas que le presta dinero a Paulina para el viaje.
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Henry Fernbach es un arquitecto judío de origen alemán, que forma parte de la junta del comité encargado de levantar un edificio para el Progress Club. Le llaman la atención los dibujos de Rafael para «The Decorator and Furnisher». Congenian bien, les gustan los mismos diseños. Es su valedor, ya que le atrajo por encima de todo, más allá de la calidad de los dibujos, las ventajas del sistema patentado por Rafael, basado en bóvedas mediterráneas, de inspiración bizantina e islámica.
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Henry Richardson es un renombrado arquitecto que hace un viaje por España en 1882 y vuelve deslumbrado por la catedral de Salamanca. Da un impulso renovado en Estados Unidos al llamado estilo español. Es bisnieto de Joseph Priestley, el descubridor del oxígeno. Tiene una enorme personalidad, presencia enérgica, encanto magnético y curiosidad infinita.
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Bernard Levy es uno de los promotores más prósperos del Progress Club. Se interesa por el trabajo de Rafael y le contrata para diseñar dos hileras de casas adosadas, frente a frente, en la cara norte de la calle 78. Al contrario de Fernbach, le interesan más los dibujos del arquitecto que la técnica ignífuga, en la que no cree demasiado. Después, empieza a tomarle en serio, sus ideas mediterráneas dejan de parecerle un exotismo o un capricho de un excéntrico porque puede comprobar la genialidad el método. Le ayuda con la solicitud de la patente y le da buenos consejos de amigo.
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Minnie tiene es una cajera en Delmonico’s. Es de Milwaukee y despierta los celos de Francisca por su familiaridad con Rafael.
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Juan Roig es un amigo de Rafael que le reclama unas cantidades por unos trabajos del marmolista de su casa en Barcelona que faltan por pagar.
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Stanford White es una gran arquitecto, el autor del zócalo que soporte la estatua del monumento a Farragut en el Madison Square Park. Es un hombre muy afable, con una bigote pelirrojo en forma de escoba. Lo aprende todo de su maestro, el gran Henry Richardson, que descubre su talento a los diecisiete años y lo contrata. Colecciona arte, tapices y antigüedades. Es un personaje extravagante enamorado de Europa, donde encuentra sus ideas. Se inspira en la catedral de Salamanca o en la Giralda de Sevilla. Es aficionado, como Rafael, a los habanos.
Como arquitecto inquieto y curioso, se muestra sensible a la originalidad del concepto y a la ejecución cuidada de los edificios que el arquitecto español le enseña en láminas. Además, es sensible al tema de los incendios. Se convierte en el mejor amigo de Rafael porque le comprende muy bien cuando se conocen y le ofrece el regalo de su confianza ilimitada.
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Augustus Saint-Gaudes es el autor de la escultura de Farragut. Es amigo íntimo de Domingo Mora y está casado con una sorda. Es profesor de escultores y considerado el maestro del bajorrelieve
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Emma Schurr es la secretaria que Domingo Mora tiene contratada para su asuntos en Boston. Es una mujer joven, con el pelo rubio y rizado, de ascendencia alemana. Es soltera y torpe con los niños, aunque muy atenta y cariñosa con Rafaelito. Poco a poco, entra en la vida de Rafael y lo que va pasando es mejor que lo descubráis en el libro.
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Charles Mckim es arquitecto, es amigo y comparte estudio con Stanford White. Trabaja con Richardson como delineante y aparejador, es famoso por las casas y mansiones vanguardistas que diseña y despunta como un arquitecto innovador, creador de un estilo propio que se conoce como «renacimiento estadounidense». Es el summum de la arquitectura norteamericana, el profesional con quien todo constructor desea trabajar.
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William Rutherford Mead es arquitecto, es amigo y comparte estudio con Stanford White.
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Laura Gaillart es la mujer de Domingo Mora. Es una francesa de la región de Burdeos. Sus hermanas están casadas con herederos de la familia Bacardí, dueños del imperio del ron.
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Francis es el hijo de Domingo Mora y Laura Gaillart, es de la edad de de Rafaelito. Tiene una maravillosa colección de soldaditos de plomo. Dibuja y es muy bueno en escenas de la vida cotidiana y en retratos.
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R. Bowen es un abogado amigo de Levy, que firma como testigo en la patente de Rafael.
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Genaro Marín es otra persona que le reclama dinero a Rafael desde España a través de una carta.
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Juan Torras es profesor de Rafael en la escuela de Barcelona. Tiene algo de sabio inventor, siempre investigando. Es un hombre original con vocación docente. Experto en la construcción con ladrillo, reivindica las técnicas tabicadas. Es un firme defensor de sustituir la madera por el hierro, por funcionalidad y economía y para conjurar el riesgo de incendio. Le llaman el «Eiffel catalán». De él, que patenta una manera de construir puentes, jácenas y techos, Rafael aprende a que se pueden patentar sistemas de construcción y eso fue un acicate para su imaginación de inventor.
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Elías Rogent es profesor de Rafael en la escuela de Barcelona. De él, Rafael aprende los fundamentos de la arquitectura monumental y, a través de él, recibe la influencia en hacer hincapié en los estilos históricos, así como en la teoría e historia del arte. Con él, el arquitecto protagonista tiene menos sintonía que con el anterior.
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Miquel Buxeda es un amigo del tío Ramón y es comerciante, heredero de una insigne familia de fabricantes de lana de Sabadell. Rafael le diseña la casa que quiere hacerse en el chaflán de paseo de Gracia con la ronda Sant Pere. Después, le lleva la contabilidad a Rafael en Barcelona y se queja de que los presupuestos no cuadran.
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Jeroni Granell Barrera es el maestro de obras que firma la casa de Miquel Buxeda, aunque todos saben que esa casa es puro Guastavino.
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Otros amigos del tío Ramón a quienes Rafael Guastavino les diseña sus casas: el zapatero Paz Montalt (edificio de cuatro plantas en el Ensanche); los Blajot, comerciantes catalanes establecidos en Puerto Rico y dedicados al comercio de productos coloniales con Cataluña (una casa en paseo de Gracia,32; el proyecto fue firmado por Antoni Serra i Pujals); el magnate Lorenzo Oliver, amigo de Rafael y compañero de juergas (una mansión aislada para una sola vivienda con jardín en paseo de Gracia); los apartamentos Juliá, en cuya construcción fallece el pintor Joan Valls.
A los hermanos Joan y Felu Battló, oriundos de Olot, les diseña y construye una de las industrias más modernas de España, dedicada a producir todas las fases del ciclo del algodón, la fábrica Batlló en el Ensanche. El ingeniero jefe es Alejandro Mary.
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Joseph Aspdin, hijo de un albañil de Leeds, es quien patenta el famoso Portland, una versión artificial del cemento natural que se obtiene mezclando componentes diversos sometidos a una cocción de mil cuatrocientos grados.
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Juan Federico Muntadas, uno de los herederos de una poderosa familia industrial catalana, es un individuo polifacético y original, doctor en literatura, escritor y empresario. Le encarga a Rafael convertir el inmenso convento, de una finca que se familia tiene en la provincia de Zaragoza, en una hospedería.
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Rafael Montestruc es un industrial republicano y uno de los primeros productores de cemento natural en España. Rafael consigue convencerle para que fabrique un tipo de cemento Pórtland. Le hace caso, se pone manos a la obra y logra un cemento de calidad suficiente.
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Antonio Espiguel es el secretario que certifica la inscripción en el registro civil de Rafaelito. Y Damián Montesa quien firma la nota registral de su bautizo.
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Ramón Alfaro es un ebanista de Hueca que le hace las primeras barricas a Rafael de la bodega de la colonia de San Ginés. Termina convertido en gerente de la empresa y más tarde en su cuñado, al casarse con su hermana Juana. Después, Rafael le manda a Madrid a abrir un establecimiento de vinos y licores para comercializar su vino.
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Paula es la madre de Paulina y es la abuela de Rafaelito. Cose y ayuda a su hija con la plancha y la cocina. Tiene otro hijo, Josep. No sabe firmar.
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Edward Benton es el fornido capataz a cargo de la obra en Boston, que propone al director del patronato, a instancias de McKim, que Rafael construya una primera bóveda, cuestión de probar. Su propuesta es aceptada.
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Hoffman es un abogado neoyorquino, amigo de Levy que se incorpora como socio a la compañía de Rafael para ganar estabilidad financiera.
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William Blodgett es un chico serio que se incorpora a la empresa para llevar la parte financiera, los libros de contabilidad, las nóminas… Es un joven de buen ver, alto y con ojos azules que parpadean mucho, es recto, serio y meticuloso. Un hombre que venera los números. Habla un poco de español, aprendido en Texas. Cuando su padre se arruina se van a vivir a Refugio, un pueblucho de Texas. Allí vigila la cuadrilla de vaqueros mexicanos que levanta chozas de adobe para el rancho. Allí aprende a montar a caballo y a disparar.
Se hace indispensable y acaba siendo, más que un amigo, un miembro de la familia. Su asociación con Rafael dura más de treinta y cinco años. Su fuerza reside en su sinceridad tranquila, en no decir lo que su interlocutor quiere escuchar. Es un tipo original. Tiene aplomo y es autosuficiente.
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McIlvaine es un delineante que se suma al esfuerzo de preparar la conferencia de Rafael en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Él dibuja las fórmulas en la pizarra.
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T. M. Clark es uno de los grandes arquitectos de la ciudad.
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Garretta es un socio italiano, «una reproducción de Sancho Panza», que ayuda a Rafael a cambiar la conferencia.
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Enrique Dupuy de Lome es el embajador de España en Estados Unidos. Le encarga a Rafael la construcción del pabellón español para la exposición universal que conmemora en Chicago el cuarto centenario del descubrimiento de América. Su padre es un industrial francés dueño de una fábrica de hilaturas en Patraix, en la que se instala la primera caldera de vapor para el escaldado de los capullos de seda.
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Burnham es arquitecto jefe y amigo de McKim que manda cables todas las semanas para presionar al equipo de Rafael, en relación con el diseño del pabellón español de la Exposición Colombina de Chicago. Sus arengas transmiten un espíritu de energía colectiva. Su mirada es acuosa y su hablar deslavazado.
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Elías Disney es un oficial pelirrojo, un irlandés al que contratan en Chicago para que realice la cimentación con muros de contención de madera, porque el subsuelo en fangoso. Es un buen hombre, muy serio. Más tarde, su hijo pequeño, Walt, se inspira en lo que su padre le cuenta de la exposición para su propio reino de magia.
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Carrie Watson tiene un burdel en Chicago, el más conocido, con chicas guapas de todas las razas y edades.
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Shopia Hayden es una arquitecta de Boston de veintinún años, graduada del MIT, que gana un concurso promovido por Burnhan, para elegir a la mujer idónea para diseñar el pabellón de la mujer, decisión que causa gran alboroto.
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Richard Morris Hunt es uno de los grandes nombres de la arquitectura americana, responsable en la feria del edificio de la administración. Inicia una buena amistad con Rafael y una colaboración fructífera. Está inmerso en una obra de prestigio, la hacienda Biltmore, un palacio extravagante que Georges Vanderbilt – heredero de la mayor fortuna de los Estados Unidos, se está construyendo en Carolina del Norte, inspirada en los castillos del Loira, con doscientas cincuenta habitaciones. Hunt le encarga a Guastavino varias bóvedas y una cúpula para otra residencia de los Vanderbilt en Newport, Rhode Island.
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Robst es otro socio de la compañía que trabaja en la oficina de Nueva York.
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Irina Cziraky es una camarera del hotel National a la que conoce Rafael Jr. en la obra de la iglesia de Lowell. Tiene el pelo rubio en grandes bucles desordenados, un cuerpo bien proporcionado, ojos verdes chispeantes y una boca carnosa. Es alegre y pizpireta y siempre tiene tema de conversación. Le encantan los saldos. Es seria y despreocupada la vez, divertida, cariñosa y caprichosa. Tiene encanto.
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Los Tiffany son unos joyeros millonarios. La mansión de Louis Tiffany es como un cuento de hadas. El inmueble evoca un castillo, con torreones, chimeneas, balconadas y miradores. Y los Astor otra familia influyente.
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Isidoro Pedraza es un arquitecto español que vive en Nueva York, al que mandan al frente de un equipo de ocho ingenieros y cinco técnicos de Milwauke, para dar forma a la fábrica Asland a los pies del Pirineo catalán.
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La familia Seidel: William es el padre, un constructor que pasa por horas bajas; su esposa, Geneviève; y sus hijos, Elsie y Henry. Son abiertos, cariñosos e inteligentes. Rafael Jr. vive una temporada con ellos y tendrán un papel importante en su vida. Tendréis que leer el libro para saber cómo. Florence es la hermana de Geneviève.
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Christopher Gran LaFarge es un arquitecto que les contrata para que hagan una estación de metro que resulte agradable al viajero, muy escéptico con aquel nuevo medio de transporte.
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Arquitectos del modernismo catalán: Antoni Gaudí, Lluis Domènech i Montaner (alumnos de Rogent y Torras) y Mariano Belmás, que va a ver a los Guastavino a la exposición de Chicago y regresa con informes de primera mano de sus obras.
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Susan Polk es una mujer con la que queda Rafael en el bar de Waldorf.
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Harry Thaw es un psicópata millonario, casado con una modelo y corista célebre en el mundo de la farándula, exnovia, Evelyn Nesbit, de Stanford White, que contrata a unos detectives con el fin de intentar pillarle en alguna fechoría, probablemente para chantajearle después.
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Invitados de Rafael en Black Mountain: el párroco de Asheville, father Peter Marion, el sheriff del condado, el alcalde, el médico y su esposa, el dueño del hotel, el forense y su mujer, una vecina llamada Gertrude Sprague.
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El periodista Richard Davis publica en una revista un fiel retrato de White, describiéndole como el caballero más generoso, el más considerado y el más afable.
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Personas vinculadas a Rafael en Barcelona: el comerciante Feliciano Nadal, Josep Noguera, Pau Casades y el juez Juan Manuel de Palacios.
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Helen es la mejor amiga de Elsie Seidel.
Los lugares
A lo largo del libro, viajamos por distintos y variados lugares.
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Comenzamos en Nueva York: la cúpula de la catedral de San Juan el Divino; la parte baja de Manhattan, cerca del puerto; el Delmonico’s; el Bowery; Pearl Street; el oeste de la calle 14; la catedral de Saint Patrick; Central Park; la Sexta Avenida; el Equitable Building; los Spanish Flats; la Sachs School, en la 34 y Broadway; el Metropolitan Opera House; Madison Square Park; la confitería vienesa Fleischman’s; el hipódromo, donde estrenaba el Barnum & London Circus, que después se convertiría en el Madison Square Garden; Manhattan; East River; la 78; esquina de Lexington y la calle 59; el teatro de Tony Pastor y el prestamista en la calle 14; el puente de Brooklyn.
Wall Street; calle 26; Spanish Flats en Central Park; el cementerio judío de Brooklyn; Madison Avenue; Columbus Avenue con la calle 99; Tomkins Square Park; La Segunda Avenida; el 57 de Broadway; Park Avenue; Tiffany House, el edificio de la calle 72 y Madison; Central Park West; Dowtown; Central Park; la tienda Bloomingdale’s en la 59; el restaurante de moda, caro y elegante Sherry’s; el Metropolitan Opera House; la calle 57; Green Street en Brooklyn; Bronx y su zoo; bar Waldorf en Peacock, donde más tarde se alzaría el Empire State Building.
Roof Garden; Coney Island; la prisión psiquiátrica de Matteawan; puente de Queensboro; la estación de metro de City Hall; el vanguardista Flatiron, en la esquina de la Quinta Avenida y Broadway; la playa de Long Island, el Hudson; la iglesia de San Bartolomé; la pequeña iglesia de los Smith en Long Island; el nuevo ayuntamiento; la estación Grand Central.
La ciudad es un hervidero de actividad e innovación. Todo es enorme, los edificios, los puentes… Por todas partes se levantan edificios y estructuras de proporciones colosales.
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Edificios de Rafael Guastavino en Nueva York:
- El edificio para el Progress Club, un edificio de tres plantas en la 78. Era un edificio muy bello en estilo morisco español, con un torreón, minaretes en las esquinas y arcos en forma de ojiva.
- Participación en la construcción y diseño de la nueva sinagoga en Madison Avenue.
- Adosados de Levy en la calle 78, Manhattan.
- Comienza unos tenements para inmigrantes en Columbus Avenue con la calle 99.
- Los forjados del edificio de la Arion Society, un club social musical alemán.
- El hotel Plaza.
- El hospital Mount Sinai.
- Las bóvedas del vestíbulo del Carnegie Hall y las del Metropolitan Club.
- Las cúpulas del nuevo edificio de los almacenes Bloomingdale’s en la 59, la cervecera Lyons, el Montauk Club en Long Island.
- El edificio de la Edison Electric Company en la Primera Avenida.
- Con su hijo, las bóvedas del vestíbulo del Carnegie Hall y las del Metropolitan Club, éste último como parte de un proyecto más amplio del estudio Mackim, Mead and White.
- Las cúpulas del nuevo edificio de los almacenes Bloomingdale’s en la 59, la del hall del Hotel Plaza, la cervecería Lyons, el Montauk Club en Long Island.
- El edificio de la Edison Electric Company en la Primera Avenida.
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Descubrimos Valencia durante la niñez de Rafael: la catedral con su campanario que pautaba la vida del vecindario; la calle Puñalería 11; calle Verónica; la Lonja de la Seda y sus columnas helicoidales y perfectas que evocaban troncos de palmera; la puerta de los Hierros, enmarcada por los edificios de la angosta calle Zaragoza; el mercado de los Pórticos; las covetes de San Juan; la parroquia de San Andrés; iglesia de San Nicolás; de San Esteban; el claustro del convento de Santo Domingo con sus bóvedas; la basílica de Nuestra Señora de los Desamparados; plaza del Mercado; el teatro Principal; la plaza de toros; plaza Ancha de la Platería; las Escuelas Pías; el balneario flotante La Florida; la Academia de San Carlos.
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Valencia era entonces una ciudad de ciento cuarenta mil habitantes, con calles tortuosas concurridas por labriegos, que se fue transformando al ritmo de la revolución industrial. Contaba con murallas antiguas, tres hospitales, una universidad, doce colegios, un conservatorio de artes, un museo, dos bibliotecas públicas, un hipódromo, un reñidero de gallos, dos cárceles y multitud de fábricas, de las que ciento setenta y cuatro eran de tejidos de seda.
Estaba permanentemente en obras, bien por la construcción de grandes edificios, bien por la urbanización de nuevas plazas y calles anchas y pavimentadas.
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También de su mano recorremos Barcelona: el ayuntamiento, el Ensanche, el parque de la Explanada; la plaza Real; la estación; la iglesia parroquial de San Jaume; la Escuela de Maestros de Obras; la antigua lonja, un edificio espléndido neoclásico; ronda de Sant Pere, 74; la Escuela de Pintura, Escultura y Serigrafía; paseo de Gracia; el hospital del Sagrado Corazón; Mallorca; cementerio de Sarriá; calle Aragó con Llúria; Sarriá y Les Corts; el huerto del Llobregat; barrio de la Riba; las Ramblas; distrito de San Pedro; catedral; calle Urgell; la Fuente de las Ocas; la terraza de la lechería y confitería de las Cabañas Suizas; la Barceloneta; hotel Gran Colón; calle Traspalacio; iglesia de Santa María del Mar.
La ciudad sufría una gran expansión, después de que hubieran demolido las murallas y aprobado el plan del Ensanche. Vive un momento muy especial con la aprobación del Plan Cerdá de ensanche, que propone una cuadrícula continua de manzanas con chaflanes para permitir una mejor visibilidad.
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En Barcelona Rafael Guastavino construye los siguientes edificios:
- Diseño de la casa del comerciante textil Miquel Buxeda, en el chaflán de paseo de Gracia con la ronda de Sant Pere. Una fachada elegante, una distribución interna habilidosa y unas galerías verticales y semicirculares en las esquinas.
- Un edificio de cuatro plantas en el Ensanche, propiedad del zapatero Paz Montalt.
- La casa de los Blajot, comerciantes catalanes establecidos en Puerto Rico, en paseo de Gracia 32.
- Diseño de una mansión aislada para el magnate Lorenzo Oliver. Una sola vivienda con jardín. Su diseño marca el estilo de ese primer tramo del paseo de Gracia.
- La fábrica Batlló: todo Guastavino está ya en ese compendio de innovaciones, da rienda suelta a su imaginación y a sus conocimientos, añadiendo una ristra de innovaciones. Se convierte en punto de referencia de la arquitectura industrial.
- Una fábrica de papel de fumar en el Ensanche.
- La casa Camilo Juliá en la esquina de Mallorca con el paseo de Gracia. Construye unos miradores con columnas de fundición, una escalera principal de hierro y mármol en cuyas barandillas añade motivos vegetales y animales.
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- Su casa en la calle Aragó, que financia con sus propios recursos y que tuvo que hipotecar tres veces.
- Una fábrica de productos de lana merina para Carreras y Hnos. Otra en Villafranca, también de lana.
- La fábrica de cristal de Modesto Casademunt.
- El teatro de La Massa en Vilassar de Dalt: su banco de pruebas, la demostración palpable de sus teorías, la muestra vívida de lo que era capaz de lograr. Nunca la vio terminada.
- Una nave en el Grau.
- Un taller en la calle Urgell.
- Una casa para una rica viuda catalana en la esquina de paseo de Gracia y Aragó.
- La remodelación de la nave antigua de Can Maneras.
- Nueva fábrica Saladrigas. Esta y la anterior construidas con su patente, pero sin haber sido proyectadas por él.
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Colonia de san Ginés, en la provincia de Huesca, es un lugar idílico que compran Pilar y su madre para la familia. Hay un riachuelo que se convierte en un arroyo, hileras de chopos y álamos alternando con prados sembrados de árboles frutales. Allí, Rafael acondiciona una casa de labranza con cuadras y un pajar, y las habitaciones del molino. La tercera ruina la destina a bodega.
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Nos trasladamos también a Boston: edificio del tribunal de justicia; la iglesia de la Trinidad; la Biblioteca Pública, un símbolo para confirmar a la ciudad como la capital intelectual del país, situada en Copley Square; Universidad de Harvard; Allston, a las afueras; iglesia de la Trinidad; Rhode Island; cementerio de Walnut Crest; el Pierce Building en Copley Square; el Museo de Bellas Artes;
Allí Rafael Guastavino construye:
- una villa al borde del mar en Rhode Island;
- Diseño y construcción de un mausoleo en un camposanto cerca de Boston;
- La Biblioteca Pública.
- La biblioteca Newton, donde trabaja el constructor mister Stevens.
Es una ciudad más pequeña que Nueva York, los edificios están más juntos, las esquinas mejor iluminadas y el frío es más punzante.
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En Rhode Island:
- La cúpula de la iglesia congregacional de Providence. que le encargasen un edificio religioso era como la confirmación divina de un éxito terrenal.
- Una residencia de los Vanderbilt en Newport.
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También Chicago. Conocemos cómo fue el pavoroso incendio que devasta la ciudad en octubre de 1871, con trescientos muertos, nueve kilómetros cuadrados de ciudad arrasada, diecisiete mil edificios calcinados. Y posteriormente, en 1883, la conmemoración del cuarto centenario del descubrimiento de América con una exposición universal. Es una ciudad desangelada, con las calles sucias de barro y nieve bordeadas de rascacielos de hasta veinte pisos de altura que ocultan la luz del sol. Y pasamos por el burdel de Carrie Watson o el hotel Palmer.
Allí Guastavino construye:
- Pabellón español en la exposición universal: Una réplica de la Lonja de la Seda;
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En Carolina del Norte:
- Hacienda Biltmore para los Vanderbilt, encargo que cambia la vida de Rafael. Es el capricho de un potentado que da barra libre a sus arquitectos, constructores y decoradores. Está inspirada en los castillos del Loira. En el edificio principal se hace una copia de la extraordinaria escalera de caracol del castillo de Blogis.
- Su casa situada cerca del pueblo de Black Mountain, llamada Rhododendron (en alusión a las matas de flores que moteaban el paisaje, de la familias de las azaleas) o el Spanish Castle, a escasos kilómetros de Asheville. Su situación económica no le permite el lujo de hacerse una casa de ladrillo y cemento, debe servirse de los carpinteros locales, que son muy competentes y que permiten hacerse una casa a un precio razonable. Es una casa de madera de tres plantas con un campanario en lo alto de un torreón.
- La iglesia de San Lorenzo en Asheville. una de las dos iglesias donde Rafael hizo de arquitecto principal, no solo de constructor, y también de mecenas.
Biltmore es una zona bendecida con un microclima, que evoca el Ampurdán porque en el horizonte surgen las cumbres más altas del este de los Estados Unidos, las Smoky Mountains, que recuerdan a Rafael a los Pirineos.
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En Denver: La compañía de teléfonos les contrata para hacerles la sede.
El padre encarga a Rafael Jr., tras ganar un concurso, en Lowell, Massachussets: Un proyecto complejo, una cúpula de veintidós metros de diámetros.
Tan buena impresión causa que les sale otro proyecto para el East Boston High School y Rafael Jr. se encarga del diseño y la ejecución.
Al mejorar la situación económica surgen dos proyectos importantes: el edificio de la American Soda Fountain y el de American Type Founders, ambos en Boston. También acaban de negociar el Munsey Building en New London, Connecticut. Los tres resultan altamente rentables.
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Rafael Jr. tiene que reemplazar la cúpula de la biblioteca de la Universidad de Virginia, la cúpula original era obra de Thomas Jefferson que había quedado calcinada.
Montan una fábrica en Woburn de azulejos en 1900, llamada La Cerámica incorporando las últimas innovaciones técnicas, como los hornos de producción continua. da un empujón definitivo a la compañía. En 1903 facturan más de doscientos mil ladrillos y azulejos.
Rafael Jr. lleva también personalmente otros proyectos como la cúpula de la biblioteca Gould en la Universidad de Nueva York y la rotonda en la Universidad de Yale.
Participan con los forjados y las cubiertas en la Pennsylvania Station, un proyecto colosal. Diseñan la fábrica Asland, un conjunto encabalgado de bóvedas tabicadas sobre vigas de celosía encastrado en la montaña, en la que trabaja el ingeniero jefe Ewing.
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Trabajan en el vestíbulo de la iglesia cientista de Cristo en Boston, en la estación subterránea de City Hall y en el Instituto de Artes y Ciencias de Brooklyn. Les llueven encargos de estaciones de tren, desde Alabama, Chicago, Detroit y Saint Paul hasta Houston y Quebec, y cuatro estaciones más en Manhattan, aparte de las de Bronx y Brooklyn. Se ocupan de la casa del elefante en el zoo del Bronx, un encargo original.
En Washinton Rafael Jr. supervisa las obras del Colegio del Ejército de Guerra y visita la obra del Museo de Historia Natural. Amplían la fábrica de cerámica. Construyen las arcadas del puente de Queensboro, recubiertas de azulejo color crema. Y la catedral de San Juan el Divino, en obras dese 1892, coronada por uno de los domos de mampostería más grandes jamás construidas, un prodigio de proporciones.
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También la iglesia católica de la Santísima Trinidad de Nueva York, la sala Della Robbia del hotel Vanderbilt y el restaurante Oyster Bar. Y el Museo de Arqueología de Pennsylvania.
Además, cien edificios en la Costa Este y en el Midwest, entre los que se encuentran una enorme iglesia en Filadelfia, la biblioteca de estado y el edificio de la Corte Suprema de Connecticut; la estación de Chicago; el hotel Vanderbilt y los vestíbulos de la estación Grand Central de Nueva York, entre otros.
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Además, se mencionan La Habana; Cuba; África; Italia; Filadelfia; Liguria; Génova; Madrid y la calle Atocha; Santiago de Cuba; Flandes; Alella; Argentina, La Plata, Buenos Aires y a Pampa; París, su Escuela de Bellas Artes, el hotel Meurice y la Ópera; Connecticut y la estación de South Wilton; Nueva Jersey; San Pedro; Florencia; el Panteón de Roma; Woburn, Massachusetts; la parroquia de San Jaime de Villarreal; el pueblo de Torreblanca, en Castellón; Bruselas; Pompeya; Prusia; Dakota; el Medio Oeste; Pittsburg; Bradford; México, Veracruz, Puebla y Guadalajara; Francia; Calcuta; Burdeos.
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Y Nueva Orleans; Puerto Rico; Mahón; Inglaterra; Leeds; Huesca; Alto Aragón; Zaragoza; monasterio de Piedra; la cúpula de Santa Sofía; la de la catedral de Zamora; Vilassar de Dalt; Valls; Viena; el Partenón; la seo de Urgell; Villafranca; Grau; los Pirineos; Matanzas en Cuba; Comarca del Maresme; Alemania; la Riba; La Havre; estados de Nueva Inglaterra; Refugio y Texas; Providence; Minneapolis; monasterio de la Rábida; Patraix; Cincinnati; lago Michigan; Egipto y El Cairo; Argelia; Dahomey; Washington; Bruselas.
El Ampurdán; Mendoza y Santa Rosa; la India; Alabama; Detroit; Saint Paul, Houston, Quebec; los Andes; Williamsburg; Pennsylvania, Filadelfia y su Orphans’s Court; Atlantic City, la ciudad de los casinos; Italia; Southampton; Cherburgo; Capri, el Vesubio, Pompeya; Alejandría; Calatyud; La Pobla, una aldea de Tarragona; Santa Sofía de Estambul; Santa María del Fiore de Florencia.
Referencias
Historia:
- Disolución de la República de Génova en 1798; Incendio de Chicago en 1871, que devoró la mitad de la ciudad, con trescientos muertos, nueve kilómetros cuadrados de ciudad arrasada, diecisiete mil edificios calcinados; Incendio de Boston, donde ardieron setecientos edificios en una noche; guerra entre Cuba y España de 1878; la «llamada a quintas», la leva forzosa era el terror de las familias; la Gloriosa, una sublevación militar que en septiembre de 1868 supuso el destronamiento de la reina Isabel II y el primer intento de establecer en España un régimen democrático; la fiebre del oro se apoderó de Barcelona a finales de la década de los setenta; la filoxera que arruinó las viñas del país vecino; desplome de los precios del trigo en Argentina; la crisis del 93; la guerra de Cuba entre España y Estados Unidos.
Personajes históricos:
- Napoléon; Thomas Edison; Vanderbilt; Fernando VII; Joseph Priestley, el descubridos del oxígeno; Eiffel; la reina Isabel II; Amadeo de Saboya; Cristóbal Colón, Francisco Pizarro, Hernán Cortés y Alonso Pinzón; Grover Cleveland, presidente de los Estados Unidos; la infanta doña Eulalia de Borbón, hermana del difunto Alfonso XII e hija de la reina Isabel II; Isabel la Católica; Colón; Búfalo Bill; Houdini y Nicola Tesla; María Antonieta; Randolph Hearst; José Canalejas; presidente Mckinley; Lincoln.
Entidades, organismos o instituciones:
- Salvation Army; la U.S. Patent Office; la Compañía General de Depósitos; el Centro de Maestro de Obras; el Departamento de Pruebas y Experimentos de Nueva York; el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT); YWCA; Instituto Americano de Arquitectos; la Liga de Arquitectos de Nueva York.
Empresas:
- Terra Cotta Company, una empresa que fabricaba ladrillos más finos y alargados; estudio de arquitectura Schwartzman & Buchman; The Tile Fireproof Building Company; Guastavino Fireproof Construction Company; Guastavino abre oficinas en Minneapolis, Chicago y Providence; Heins and LaFarge; firma de arquitectos Howell and Stokes; la fábrica Amercian Hoist & Derrick Company de Minnesota; La Camerana, una agencia de aduanas y transportes marítimos.
Exposiciones:
- La Exposición Universal de Filadelfia de 1876, la propuesta de Guastavino se llamó «Mejora de la sanidad en las ciudades industriales»; Exposición Universal de Chicago de 1893; la Exposición Marítima Española; Exposición Universal de Viena; Exposición de Matanzas, en Cuba.
Literatura y libros:
- Miguel de Cervantes; «Observaciones sobre la práctica del arte de edificar» de Manuel Fornés, libro que detallaba con precisión el procedimiento para la construcción de bóvedas tabicadas, con el acento puesto en las virtudes incombustibles del sistema; Alicia en el país de las maravillas; don Quijote; el tratado de Louis Vicat; Margarita, la amante de Fausto, protagonista de la obra de Goethe; el escritor John Habberton.
Arte:
- Bernini y el Barroco italiano; óleo titulado «Otra Margarita» de Joaquín Sorolla; el pintor Homer Dodge Martin; el Modernismo catalán.
Barcos:
- Ville de Marseille, que zarpa de Le Havre; el vapor Fénix; vapor Castilla; el acorazado Michigan; el acorazado Maine; un flamante transatlántico que llevaba el fabuloso nombre de Titanic; el Oceanic de la White Star Liner.
Música:
- El Concierto para violín de Vicente Martín y Soler, un valenciano del siglo XVIII; La noche de Navidad, un villancico muy popular; melodías Kadish; la marcha fúnebre del Cuarteto de cuerda, número 3 de Tchaikovsky; la gira americana de Pablo Sarasate y su memorable concierto el 14 de enero de 1890 en el Metropolitan Opera House con su Stradivarius, tocando la Habanera y los Aires gitanos; la gira de Pau Casals en 1901, con 180 conciertos; la canción del tenor Harry Short «Podría amar a un millar de chicas», que formaba parte del musical Mam’zelle Champagne.
Medios de transporte:
- Tranvía; el tren elevado de la Sexta Avenida; carruajes a vapor y tirados por caballos; el tren; ferri; coche.
Medios de comunicación:
- Revista «The Decorator and Furnisher»; el «The Daily Graphic»; La Llumanera, una revista ilustrada mensual en catalán y que era un vivero de artistas españoles; revista especializada «Real Estate Record and Builder’s Guide»; Diario de Barcelona; periódico La Revolución; The New York Times; el Chicago Tribune; New York Journal; El Heraldo de Madrid; el Asheville Chronicle; revista Collier’s; La Vanguardia; New York Herald.
Tiendas:
- Negocio de venta y distribución de vinos en el 88 de la calle Atocha de Madrid de Rafael Guastavino, tuvo que venderlo para pagar el viaje a Nueva York; los envelats de Valencia, puestos cubiertos de toldos que venden hortalizas y frutas; las covetes, unas tiendecillas semienterradas que ofrece desde alpargatas hasta utensilios de cocina; almacenes El Águila en Barcelona; los almacenes Bloommingdale’s; Le Bon Marché, los mayores grandes almacenes de Massachussets.
Vino:
- Tinto rancio puro de Alella; vino de Turís; caldos Guastavino del Alto Aragón; botella de Riesling.
Monumentos:
- El momumento escultórico al general Farragut.
Escuelas:
- Escuela Sachs, conocida por su disciplina estricta; era obligatorio, por ley de 1874, que los niños de entre ocho catorce años acudiesen a la escuela en Nueva York; one room school, colegios más pequeños y flexibles donde imparten clases a niños de todas las edades, mezclados, en una misma casa.
Fiestas:
- Fiestas patronales de Valencia, en vísperas se encendían hogueras y luminarias, preludio de lo que más tarde serían las fallas; los petardos, los fuegos artificiales y las hogueras formen la esencia de las fiestas de Valencia; hogueras de San Juan.
Enfermedades:
- Epidemia de difteria; enfermedad renal irreversible; el mal de Bright, una enfermedad de riñón; tuberculosis; cirrosis.
Restaurantes:
- Delmonico’s.
Circos:
- Barnum & London Circus y su elefante gigantesco llamado Jumbo, una enano llamado Tom y una joven giganta.
Religiosas:
- Virgen de Guadalupe; Vicente Ferrer, patrón de Valencia, un santo dominico muy querido en la ciudad; la víspera de San José, quemando en una hoguera las virutas y trastos viejos, y que así fue como empezaron las fallas; Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia; San Lorenzo, nacido en Huesca; Cristo; San Pedro.
Ejecuciones:
- Garrote vil.
Lugares:
- Los populares barraquetes de nadar; tenements para inmigrantes.
Fábricas de azulejos:
- San Pío V de Monleón; fábrica de ladrillos y azulejos de los Guastavino en Woburn.
Modelos:
- Encajes de Bruselas.
Postres:
- Una cascá hecha de almendra, el roscón valenciano típico de la Navidad.
Béisbol:
- Los Knickerbockers.
Teatro:
- Teatro de Tony Pastor en la calle 14, un espectáculo nuevo de vodevil concebido para familias.
Tipos de cemento:
- Portland; Rosendale.
Bancos:
- Grant & Ward; Marine National Bank of New York-, Fourth National Bank; Banco de Boston.
Mercados de petróleo:
- Pittsburg; Bradford.
Pastelerías:
- Fleischmann’s.
Patentes:
- Privilegio de invención número 5902 por cinco años de un sistema de construcción de techos abovedados de inter-estribos y descargas; 323.930 para la construcción de edificios a prueba de fuego; la 336.047 para la construcción de escaleras ignífugas; 336.048 para cubiertas, forjados y techos, también a prueba de fuego; Edison era dueño de un millar de patentes; entre 1891 y 1892 Rafael Jr., con diecinueve años, depositó tres patentes a su nombre dos para forjados de techos y una de arcos tabicados; patente del edificio gigantesco con railes interiores para que sirviese de museo o de receptáculo a grandes Instituciones.
Planes urbanísticos:
- Plan Cerdá de ensanche de Barcelona.
Juegos:
- Recortables de casas y edificios; «El pequeño arquitecto», que constaba de diversas piezas de corcho que se podían combinar; una linterna mágica, aparato precursor de la cámara fotográfica.
Reino de magia:
- El famoso Magic Kingdom.
Cámara portátil:
- Kodak.
Universidades:
- Los arquitectos de la capilla de Saint Paul de la Universidad de Columbia consultan a Rafael Jr. si es seguro colgar una lámpara de seis toneladas del vértice de la cúpula; Universidad de Nueva York; Universidad de Yale; Columbia.
Propiedad:
- La anamorfosis, por que según el punto de vista desde el que se contempla el edificio, este parece contar con unas dimensiones diferentes.
En resumen… «A prueba de fuego»
Llegué al libro de casualidad. Tenía pensada otra opción y, como no estaba disponible, me decidí por este libro. No había leído nada previamente de su autor, Javier Moro, aunque lógicamente conozco su trayectoria, puesto que es un autor consolidado y con una amplia trayectoria. Tampoco sabía nada sobre esta novela en concreto. La portada me intrigaba y Nueva York de fondo me atraía. Así que ¡había que darle una oportunidad!
Es cierto, tras revisar la contraportada y leer la sinopsis, me daba un poco de miedo encontrarme la biografía de un arquitecto, llena de palabras técnicas y de fragmentos largos dedicados a formas de construcción, herramientas, dibujos, planos, edificios… Tenía una sensación rara, por una parte me apetecía mucho empezarlo y, por otra, me daba cierto respeto porque desconocía lo que iba a encontrarme en realidad.
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Entonces ¿no es un libro sobre arquitectura? Bueno, no os voy a engañar, por supuesto, se habla de arquitectura, de materiales, de edificios, de modelos de construcción, de métodos, de patentes, de tipos de cemento… pero todo en un contexto, bien explicado y contado de una forma sencilla. Os aseguro que no soy una experta en el tema, ni una apasionada de los detalles sobre la materia y el libro me ha gustado bastante.
Y a mí, desde luego, no se me han hecho pesadas las descripciones o las partes dedicadas a la arquitectura. Al contrario, me ha permitido entender y conocer el sistema de Rafael Guastavino, esa forma de construir en la que tanto creía y que tenía mucho sentido en las ciudades de aquel momento, acechadas por los incendios y sus consecuencias. Hay momentos en los que he compartido la lucha del protagonista porque le hicieran caso, porque le escucharan y entendieran su propuesta.
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Además, me gusta su valentía, su tenacidad, su arrojo… Una vida nueva, reseteada, en blanco (más o menos, porque el pasado está ahí) y con todo en contra, en otro idioma, en otro lugar, con muchas oportunidades pero también con mucha competencia. Con crisis económicas, con ruinas absolutas, con engaños imprevistos, con dificultades. Y, sin embargo, convencido de lo que hace, de que es útil y, al mismo tiempo, bonito y con un resultado espectacular.
Le empuja su vida personal hecha trizas y la profesional sometida a los avatares de un país inestable y empobrecido. Ve que su única salida es emigrar, a pesar de su edad, a pesar de sus treinta y nueve años. Su meta: los Estados Unidos, el país donde le habían reconocido su ingenio con el galardón de la Exposición de Filadelfia. Y el lugar: Nueva York, es escaparte del mundo, la ciudad de los grandes despachos de arquitectura, de las obras que desafiaban la imaginación, la ciudad de las oportunidades en una transformación radical.
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Me gusta también como padre, como progenitor en soledad, o por lo menos en lo principal y con Rafaelito. Sabe empujar a su hijo en los momentos adecuados, sabe llevarlo de la mano y soltarlo cuando es oportuno, sabe brindarle su oportunidad y darle toda la formación necesaria, sabe abrirle puertas y darle la confianza necesaria. Justo eso, me parece lo más importante, le hace creer en sí mismo, le repite que puede hacerlo, que es capaz y que está preparado.
Se interesa por lo que va aprendiendo, hace de tutor, le manda a la blblioteca pública a estudiar geografía, historia . Le exige, le pide que sea preciso, pulcro, perfecto.
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Otra cosa bien distinta es Rafael Guastavino como hombre. ¡Madre mía! ¡Qué desastre! Sinceramente es el hombre que nadie querría como pareja y, mucho menos, como compañero de una hija. Su comportamiento con las mujeres es realmente inaceptable y la simpatía que te puede generar en su camino, desaparece cuando tratamos el tema de su vida personal. No puedo ni quiero desvelaros mucho más, pero en esa faceta le pongo un cero absoluto. Lo que podáis imaginar, será mejor de lo que hace.
Además, es bastante probable que ese comportamiento no sea el mejor ejemplo para su hijo, que tampoco mejora mucho en este sentido. En definitiva, sin ninguna duda le admiro como profesional y como persona que pelea contra las adversidades, creyendo en firmemente en lo que hace, valoro que es muy generoso y buen amigo de sus amigos, pero no fue honesto con las mujeres que pasaron por su vida y eso no tiene excusa.
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¿Me he saturado de tanto Rafael Guastavino? Pues no, al revés, el libro ha despertado mi curiosidad y, de hecho, ya he visto un programa de «Imprescindibles» que le dedicaron y he buscado información en internet. ¿Por qué no conocía casi nada de él antes? Y he reflexionado sobre lo variables que somos en este país respecto a nuestros referentes, cómo encumbramos o destrozamos de repente, o cómo ignoramos a figuras de gran interés. No sé, somos bastante raros en este sentido.
Por esa razón y por un millón más, es importantísimo leer, encontrar lecturas que sean entretenidas y, al mismo tiempo, te aporten, te enseñen, llamen tu atención, te hagan fijarte en detalles que antes pasaban inadvertidos a para ti. Textos que te hagan conocer el pasado, viajar sin moverte o conocer gente interesante, como Guastavino. Relatos que te generen nuevas dudas y nuevas inquietudes. Por ejemplo, yo siento la necesidad de volver a Nueva York y redescubrir su obra. Aunque sí, lo sé, para tener ganas de viajar no se necesitan muchos alicientes.
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Me ha llamado poderosamente la relación entre padre e hijo, sobre todo, cómo va evolucionando y pienso que por esas etapas que pasa el hijo respecto a su progenitor, pasamos un poco todos.
«Hacia tiempo que la admiración sin límites que por él sentía de pequeño había dado paso a una visión más crítica (…) Y no surgía de lo más obvio (…) No, hacía tiempo que había aprendido a aceptar sus defectos. Yo quería a mi padre con todas las consecuencias, que es como se quiere de verdad (…) La tensión era más superficial, pero no por ello menos perturbadora» (página 284)
No siempre es fácil y muchas veces te enfadas, te revelas contra sus indicaciones, sus consejos o su forma de actuar. Pero sí, al final y después de todo, siempre se acaba echando de menos, siempre quedan cosas por decir, siempre te arrepientes de algo que dejaste por hacer o recordarle…
«Si pudiese retroceder en el tiempo, le pediría perdón por mi ingratitud, y le diría lo que nunca le dije, que le quería mucho, a pesar de nuestras diferencias (…). Siempre me arrepentiré de no habérselo dicho, alto y claro, sin rubor ni pudor» (página 315)
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Me ha gustado también descubrir personas reales, es decir, con defectos y virtudes, no planos, con luces y sombras, con aciertos y errores. Porque así somos todos en realidad y, a partir de ahí, unos son más tolerables que otros. Me canso de los personajes buenos buenísimos y de los malos malísimos, siempre hay momentos, circunstancias, etapas y criterios.
Por supuesto, he sufrido con las mujeres que le acompañaron y que trataron de cambiarle, sin éxito. Mujeres de distintas formas de ser, de distinta posición social, de distintos origen… pero que se entregaron a él. Ni las preguntas de su hijo le llevan a reflexionar o a evitar engaños y actitudes comprometidas, la lógica de un niño, que después crece, que no encuentra respuesta, que se siente mal teniendo que ocultar la verdad a personas que quiere y aprecia.
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¡Ah! Sí, no me olvido de Nueva York, la ciudad que nunca duerme, en la que todo es posible. Un lugar repleto de oportunidades que le abre la puerta a Guastavino y a su forma de construir. Más de trescientos edificios levantó Rafael Guastavino en la capital de los rascacielos, primero solo y después junto a su hijo, que aprendió el oficio con él y después supo crear su camino.
Y tampoco quiero dejar de nombrar algo curioso que nos cuenta la novela. En el Congreso de Arquitectura de Madrid, el arquitecto Josep Puig I Cadalfach utilizó el término «bóveda catalana» refiriéndose a las cúpulas de los Guastavino, una expresión que permaneció, que se suele asociar a su trabajo y que debe responder a la necesidad catalana de fraguarse una identidad nacional de la arquitectura, porque ellos nunca la utilizaron. No se por qué esto me suena como algo frecuente.
En la narración, hay muchísimas referencias y múltiples personajes que se van asomando, espero no haberme dejado demasiados. Desde luego, la documentación para este libro por parte de Javier Moro ha tenido que ser increíble.
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En conclusión, os recomiendo este libro porque es entretenido, ameno, dinámico y nos permite conocer mucho mejor a un gran arquitecto español, Rafael Guastavino.
Hay mucho por descubrir y por eso os invito a recorrer su vida de la mano de su hijo, a través de su hijo pequeño al que también acompañamos, en «A prueba de fuego» y, como siempre, ya sabéis, cuando la hayáis leído ¡dejad vuestros comentarios!
¡Y recordad que reconocemos la felicidad cuando ya nos falta!
Mis fragmentos preferidos
«Yo no sabía qué hacer con las piezas rotas de mi mundo, y si hoy escribo este texto, tantos años después, es porque sigo intentando recomponerlo, porque es difícil vivir sin comprender, porque es necesario encontrar un sentido a lo que nos ocurre. A veces se tarda toda una vida en emerger de las brumas del pasado y descubrir una explicación de por qué las cosas ocurrieron como ocurrieron» (página 20)
«Pero no eran argumentos que hicieran mella en mí, era demasiado niño para ver tan lejos en la vida» (página 47)
«Siempre he creído que lo clásico nunca muere, porque la belleza es eterna» (página 61)
«Uno podía tener talento, otro ser más inteligente, más rico o más pobre, pero si uno no sabía organizarse, desperdiciaba gran parte de su potencial y la vida se le complicaba» (página 74)
«La felicidad se escurre, no tiene forma, se escapa por una rendija sin que lo percibamos. Es difícil reconocerla, y cuando nos damos cuenta de que nos bañamos en ella, es porque ya nos falta» (página 90)
«Un buen profesor puede cambiarte la vida, Rafaelito, es como una luz en el camino que te ayuda a ver claro dentro de ti y a crecer» (página 152)
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«La verdad es que en la vida nunca se está realmente preparado para lanzarse al vacío. Se necesita un empujón, como el que da el pájaro a su cría para que eche a volar No hay quien escape a ese momento de vértigo» (página 248)
«Ahora pienso que su obsesión con el trabajo tenía que ver con ese desgarro interno. Era quizás una forma de curar una herida que no cicatrizaba nunca, una forma de drogarse, de olvidar» (página 272)
«Cuánto cambiarían las relaciones entre la gente si tuviésemos clara y bien presente la inevitabilidad de la muerte» (página 311)
«Solo se necesita una persona para conseguir la energía necesaria y sobrevivir al cataclismo de la vida» (página 365)
Los fragmentos que me hicieron reflexionar
«Pero sobre todo me anima la esperanza de devolverle a la vida, porque ese es el poder de las palabras» (página 12)
«La vida puede más que la ausencia» (página 52)
«Así que procuré olvidarla, creo que el olvido es un mecanismo de defensa para no sufrir» (página 77)
«La crisis encerraba a la gente en su propia soledad» (página 115)
«De nuevo sintió el cuchillo de la traición, ese que duele más cuando lo blande un ser próximo y querido» (página 165)
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«Se sentía culpable y se odiaba a sí mismo, lo que constituye la peor forma de desprecio» (página 167)
«Esa comunicación del pensamiento era un antídoto contra la soledad. No la física, porque para entonces ya vivíamos separados, sino la soledad del alma, la que más duele cuando la muerte te arrebata a tu interlocutor» (página 289)
«Ahora sé que, a cierta edad, cuando uno empieza a notar que la vida se escurre, quiere probar otras cosas» (página 302)
«Pero los hijos puede ser crueles con los padres. En todo caso son más duros con ellos que los padres con los hijos. Y no fui una excepción» (página 315)
Palabras aprendidas
- Filfa: Mentira, engaño, noticia falsa.
- Zuncho: Abrazadera de hierro, o de cualquier otra materia resistente, que sirve, bien para fortalecer las cosas que requieren gran resistencia, como ciertos cañones, bien para el paso y sostenimiento de algún palo, mastelero, botalón, etc. Refuerzo metálico, generalmente de acero, para juntar y atar elementos constructivos de un edificio en ruinas.
- Belladona: Planta perenne de la familia de las solanáceas, muy venenosa, que se utiliza también con fines terapéuticos por contener atropina.
- Vocinglera: Que da muchas voces o habla muy recio. Que habla mucho y vanamente.
- Pídola: Juego infantil en el que uno de los participantes salta abriéndose de piernas y apoyando las manos sobre la espalda de otro que está doblado sobre sí mismo hacia delante.
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