Gruta helada de los Lecherines

Gruta helada de los Lecherines

Hace muy poquito me recomendaron una ruta muy bonita: la Gruta helada de los Lecherines, tomé nota rápidamente porque prometía ser espectacular.  ¿Para qué esperar? El pasado fin de semana pude disfrutarla y comprobar que merece la pena, no solo por la gruta en sí, el camino es precioso y muy variado. Ahora, os lo cuento.

Gruta helada de los Lecherines Mis Palabras con Letras 1

Dónde empieza

Aunque se puede comenzar desde varios sitios, nosotros la iniciamos desde Canfranc pueblo.  Se puede dejar el coche fácilmente en el aparcamiento que hay frente al pueblo, junto a una parada de autobús, y desde allí empezar.

Seguimos un trocito por la carretera, hasta el cartel que indica «Quesería a dos kilómetros».  Se asciende un poquito y ya te encuentras con la señal que indica por dónde seguir. hacia la Majada de Gabardito.

El sendero va subiendo, pero de una forma agradable y se pasa por unos muros de piedra (se ven en la foto de arriba).  A partir de ahí, se trata de seguir las marcas rojas y blancas del GR.11.1.

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El sendero

Hay que continuar por el sendero principal, a pesar de que hay otras indicaciones hacia zonas de escalada.  No hay problema, ni dificultad para seguirlo, hay marcas constantemente y ayudan a no perder el camino adecuado.

Pronto vemos el pueblo abajo en los claros que se van abriendo.  Impresiona comprobar lo que hemos ascendido.

La senda sube paralela al Barranco de los Meses, bajo un bonito pinar.

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Después, llegamos a un desvío, continuamos la pista hacia la derecha. Está perfectamente señalizado, hacia la izquierda indica Villanúa.

Llegamos a la segunda fuente, la Fuente de los Abetazos (altitud 1430 metros). Allí te puedes refrescar si es necesario, incluso para un poquito si lo necesitas.

La pista está en buen estado y transcurre por un abetal.

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Caminando, vemos que el paisaje va cambiando y empiezan a aparecer las praderas.

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Otro punto importante en la ruta: la cabaña de Gabardito.  Nuestra referencia son todavía las marcas blancas y rojas, que van apareciendo cada escasos pasos para que no te desvíes.

Desde ese lugar, hay unas excelentes vistas: al norte, hacia donde nos dirigimos, divisamos los mallos de los Lecherines y el pico de Tortiellas. Hacia el este, en la otra vertiente del valle del Aragón, se puede distinguir todo el barranco de Ip, y los picos de la Moleta y el Collarada.

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El paisaje es espectacular y vemos incluso vacas comiendo.

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Descansamos un poco en la Mallata de Lecherines Bajo, con un refugio y un abrevadero para el ganado.

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Pasado un rato de tranquilidad, seguimos recto por la senda, ya que, subiendo vemos que hay unas señales, que probablemente ya nos dirijan hacia la gruta, en vez de seguir por el GR.

Así es.

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En la señal, hay que continuar por la derecha.  Desde ahí, hay que fijarse en las marcas blancas y verdes.

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Y comienza la parte más dura, el ascenso.

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Necesito ir parando para recuperar el aliento y controlar la respiración.

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En nuestro camino, cada vez hay más piedras y menos verde.

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La Gruta helada de los Lecherines

Hasta que, de pronto, casi sin esperarlo, aparece la gruta.  Hay un cartel junto a su entrada.

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Se nota el frío que sale de su interior.  Aprovechamos para hacer fotos, teniendo cuidado con el hielo que hay en la entrada, nos adentramos un poco.  Estamos seguros de que, con nieve y con las estalactitas de hielo tiene que ser aún más bonita.  Pero, disfrutamos de haber llegado hasta allí.  El esfuerzo, sobre todo en el último tramo, ha tenido su recompensa.

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Mi opinión

Sin duda, es una ruta que merece la pena.  Nosotros la empezamos a las 8.30 de la mañana y terminamos sobre las 16.45.  Somos unos senderistas normalitos, ni de los que se dan la vuelta fácilmente, ni de los que te adelantan corriendo. Eso sí, paramos, descansamos, nos recreamos viendo el paisaje, metimos los pies en el río y repusimos fuerzas con unas vistas increíbles.

Fue maravilloso estar rodeados de lirios, que llenaban de color los prados a cada paso y quedaban muy resultones en las fotos.  No he podido evitar añadir una de las imágenes en el apartado «Sobre mi».  ¿La habéis visto ya?

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Desde luego, no fue tan duro como el Robiñera pero, hasta llegar a la gruta helada de los Lecherines, el desnivel es exigente, conviene estar en forma y haber caminado anteriormente.

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Yo tuve la suerte de que me la recomendasen y me contasen un poco cómo era el recorrido (¡¡gracias!!), así que ahora os propongo que, si tenéis la oportunidad, disfrutéis de esta maravilla, que te permite atravesar varios ecosistemas: hayedo-abetal, prados de montaña y pinar.

 

Prefiero los atardeceres

Prefiero los atardeceres

Me encantan los amaneceres con su maravillosa virtud de dar la oportunidad de empezar de nuevo pero, sin ninguna duda, prefiero los atardeceres.  Disfrutar de ese mágico momento, previo a la noche, es una de las experiencias más bonitas que puedes vivir cada día, un lujo al alcance de todos, uno de esos pequeños detalles que contribuyen a acercarte al secreto de la felicidad.

Estoy segura de que hay lugares especiales en el mundo para recrearse, de esos que salen en las guías, en los folletos promocionales, esos en los que hay que ir pronto para encontrar un hueco, esos que son casi perfectos por el entorno… Sin embargo, el sol se pone en todos los sitios, por recónditos y poco llamativos que sean, por inhóspitos y  escasamente transitados que sean.  Solamente hay que buscarlo y concentrarse en esos instantes de belleza auténtica.

Por supuesto, para empezar recurro a la RAE.

Atardecer: Empezar a caer la tarde. Hecho de atardecer. Tiempo durante el cual atardece.

Simple ¿no?  Y, en cambio ¡cuánta magia esconde! ¡Cuántos recuerdos vienen ahora mismo a mi memoria! Cada uno especial y distinto, cada uno con sus pormenores o su compañía, cada uno con su emoción implícita y la admiración hacia lo sencillo, hacia esa rutina que es extraordinaria, cada uno asociado a la calma y las ganas de no pestañear para no perderse nada, cada uno dibujando una sonrisa en mi cara…

Y trato de darle forma en las palabras de otros:

Pablo Neruda:

Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Jorge Luis Borges:

Siempre es conmovedor el ocaso
por indigente o charro que sea,
pero más conmovedor todavía
es aquel brillo desesperado y final
que herrumbra la llanura
cuando el sol último se ha hundido.
Nos duele sostener esa luz tirante y distinta,
esa alucinación que impone al espacio
el unánime miedo de la sombra
y que cesa de golpe
cuando notamos su falsía,
como cesan los sueños
cuando sabemos que soñamos.

Antonio Machado:

En el camino blanco
algunos yertos árboles negrean;
en los montes lejanos
hay oro y sangre… El sol murió…
¿Qué buscas, poeta, en el ocaso?

Albert Einstein:

Vemos la luz del atardecer anaranjada y violeta porque llega demasiado cansada de luchar contra el espacio y el tiempo.

Ed Gorman:

Existe una cualidad especial a la soledad del atardecer, una melancolía mucho más inquietante que la de la noche.

Rob Sagendorph:

Sube a una colina al atardecer. Todos necesitamos de vez en cuando perspectiva, y allí la encontrarás.

Ralph Waldo Emerson:

Todo atardecer trae consigo la promesa de un nuevo amanecer.

Me gusta ver atardecer, sin prisa, sin condiciones, esperando que todo fluya, que el sol se tome su merecido descanso para renovar el tiempo, para dar tregua a la tarde, para brindar su oportunidad a la noche.

Me apasionan los colores del atardecer, la serena melancolía y la paz que transmiten, su capacidad para hacernos reflexionar y, al mismo tiempo, para dejar la mente en blanco.  Es increíble cómo nos otorgan la potestad de renovarnos y, a la vez, de hacer recuento.

¡No me hace falta ir muy lejos! Esta misma tarde me encantaría ver el atardecer junto al río de mi ciudad, divisando torres y preciosos puentes, con una botella de vino blanco y dos copas, en silencio, mirando al fondo,  imaginando nuevos horizontes, no necesariamente ambiciosos, alejando los malos pensamientos, olvidando los contratiempos y con las manos entrelazadas

 

El secreto de la felicidad

El secreto de la felicidad

Es cierto, hoy mi reto es valiente, bastante arriesgado y probablemente demasiado subjetivo.  Sin embargo, compartí en otra entrada la importancia de los detalles, incluso me atreví a reivindicar la importancia de las raíces.   Por eso, me propongo rastrear el secreto de la felicidad, sin grandes aspiraciones, sin tratar de tener la razón y, desde luego, sin certezas absolutas.

¡La felicidad! Nos pasamos la vida buscándola, persiguiéndola para sentirla, para exprimirla, para poseer el don escaso de haberla disfrutado y, en los tiempos en los que vivimos, para poder contarlo y adornarlo con una foto. Por supuesto, para empezar recurro a la RAE.

Felicidad: Estado de grata satisfacción espiritual y física.  Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz.  Ausencia de inconvenientes o tropiezos.

El secreto de la felicidad Mis Palabras con Letras 1

Se ha escrito muchísimo sobre la felicidad, tal vez en exceso, porque siempre ha sido un deseo recurrente en el ser humano.

En mis reseñas, he destacado algunas frases sobre la felicidad, dentro de mis fragmentos preferidos:

«A prueba de fuego» de Javier Moro:

«La felicidad se escurre, no tiene forma, se escapa por una rendija sin que lo percibamos.  Es difícil reconocerla, y cuando nos damos cuenta de que nos bañamos en ella, es porque ya nos falta» (página 90)»

«El alma de las flores» de Viviana Rivero:

«Y, triste congruencia: cuando se viven tiempos felices, nadie atina a precaverse para sortear los tiempos tristes.  Sumergidos en una felicidad que se asume eterna, preferimos confiar en que nunca sufriremos.  Pero no hay ser humano que se salve de atravesar malas temporadas » (página 12)

«El fuego invisible» de Javier Sierra:

«La clave de una vida feliz, querido David, es que aprendas a dirigir bien tus sueños.  Tu visión.  Que descubras qué forma dar a esa «nada» que a la vez es «todo».  (…)  Sólo tienes que encontrarlo y asegurarte de que nadie te lo robe» (página 317)

«Con el amor bastaba» de Máximo Huerta:

«Nadie conoce el secreto de la alegría.  Sucede» (página 163)

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«Candela» de Juan del Val:

«A veces creo que la felicidad no es más que una capacidad.  Hay gente que la tiene para las matemáticas, otra para el deporte, otra para escribir… y alguna para ser feliz» (página 88)

«El día que se perdió el amor» de Javier Castillo:

«Dentro de la felicidad siempre subyace el miedo a perderla»

Añado, a estos fragmentos, una frase de Hermann Hesse, escritor, poeta, novelista y pintor alemán:

«La felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz».

O esta otra tan famosa de Víctor Hugo:

«La felicidad suprema en la vida es tener el conocimiento de que eres amado por ti mismo, o más exactamente, amado a pesar de ti mismo».

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También quiero compartir un poema de Fernando Pessoa  «Si yo pudiera morder la tierra toda»:

Si yo pudiera morder la tierra toda
y sentirle el sabor sería más feliz por un momento…
Pero no siempre quiero ser feliz
es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural…
No todo es días de sol
y la lluvia cuando falta mucho, se pide.
Por eso tomo la infelicidad con la felicidad.
Naturalmente como quien no se extraña
con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas…
Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la
infelicidad.
Sentir como quien mira. Pensar como quien anda,
y cuando se ha de morir,
Recordar que el día muere y que el poniente
es bello y es bella la noche que queda.
Así es y así sea.

Y la poesía de Pedro Salinas «Posesión de tu nombre»:

Sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
«Ven»: y tú llegas quedo;
«vete»: y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!)
pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.

Permitidme, por favor, una última referencia.  Son palabras de Mario Benedetti, escritor, dramaturgo y periodista uruguayo:

«La teoría de ella, la gran teoría de su vida, la que la mantiene con vigor, es que la felicidad, la verdadera felicidad, es un estado mucho menos angélico y bastante menos agradable de lo que uno tiende siempre a soñar. Ella dice que la gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada nada más que por haber creído que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo. No, dice ella, la felicidad es bastante menos (o bastante más, pero de todos modos, otra cosa) y es seguro que esos presuntos desgraciados son en realidad felices, pero no se dan cuenta, no lo admiten, porque ellos creen que están muy lejos del máximo bienestar».

En realidad, ¿qué es la felicidad? Sin duda, es un sentimiento escurridizo, breve, difícil de reconocer cuándo está pasando, que sucede casi siempre inesperadamente, que descubrimos generalmente cuando ya ha pasado, que se asocia al amor, que se genera a menudo desde las cosas más pequeñas y que, mientras está sucediendo, produce cierto temor de perderla.

Y añadiría que, con frecuencia, tiene sabor a recuerdo, a añoranza de momentos especiales, a emociones bonitas que vienen de la mano de nuestra memoria, porque cuando es presente nos esforzamos en disfrutarla y en llenar nuestro corazón de esa sensación tan agradable y, a la vez, tan efímera. No obstante, no es pasado, se conjuga en presente.

A partir de ahí, creo que existen tantas felicidades como personas.  Porque yo he sido feliz en la orilla de un río con lo pies descalzos y los ojos cerrados, llenándome de polvo haciendo el Camino, leyendo diez veces seguidas el párrafo de un libro, oliendo el papel nuevo de una novela que acaba de llegar a mis manos, sorprendiéndome con el «sí» de un autor a mi petición de entrevista, escribiendo mis relatos sabiendo que no ganarán un premio, bailando entre campos de lavanda apartados, buceando entre peces de colores, despertando de una siesta abrazada a quien quiero…

El secreto de la felicidad Mis Palabras con Letras 4

También estoy segura de que, para cada persona, existen tantas felicidades como días tiene su vida, o como instantes forman su existencia.  Porque ahora mismo, lo que yo pienso que me da la felicidad en esta etapa no me la daba en mi niñez, ni en mi juventud, ni hace cinco minutos…  Ahora soy feliz cuando todo está en calma, cuando no hay problemas o preocupaciones que enturbien el momento, cuando nada inoportuno estropea mi bienestar, mi tranquilidad, mi paz.

He aprendido, muchos años y disgustos después, que la felicidad no es incompatible con la tristeza, ni con la soledad, ni con esas personas que se empeñan en aguarte la fiesta, ni con un pequeño contratiempo…  Que debemos buscarla en nosotros mismos, con paciencia y dedicación, aprendiendo de nuestros errores e ignorando, en la medida de lo posible, aquello que nos hace daño aunque duela al principio… Y que si no esperas nada de nadie no te llevas ningún chasco y, así, todo lo que te dan es un maravilloso regalo que no debes olvidar agradecer.

Claro, tenéis razón, no es nada fácil y hay aspectos, ausencias, pérdidas, fracasos, gente, situaciones y deslealtades que se empeñan en desviarte del camino… Pero ¿quién dijo que lo fuera? El esfuerzo merece la pena, segurísimo.  No hay que tener miedo a mostrarte como eres, a ser amigo sin condiciones, a apoyar a quien quieres, a escuchar sin prisa, a estar ahí cuando te necesiten… Pase lo que pase, serás tú quien ha ganado, tú quien ha crecido, tú quien duerme sin sobresaltos, tú quien está orgulloso de su comportamiento…

Estoy completamente convencida de que para ser felices durante esas ráfagas que van coloreando nuestra existencia, primero hemos tenido que ser infelices, hemos tenido que sufrir la pena y el dolor.  Y eso nos ha hecho más fuertes y nos ha permitido ir descartando cosas por el camino.  La decepción es parte del proceso y hay que gestionarla.

Tengamos cuidado con nuestras expectativas, con nuestras metas… No te machaques, no te presiones, no seas tan exigente contigo mismo. Tal vez si dejas de perseguir la felicidad, aparece sin más. Es probable que si te empecinas en ser feliz, te cueste asimilar que, en la vida, siempre va a ver cosas negativas, sentimientos crueles, personas tóxicas y maldad.

La felicidad es una forma de afrontar el presente, el ahora, sin pensar mucho más allá, sin olvidar la importancia de los detalles, siendo generosos y, al mismo tiempo, egoístas.  Es una fórmula complicada, pero casi siempre, está a nuestro alcance. Sonríe, camina, canta, baila, prueba, atrévete, no te rindas, pelea, dedícate, párate, no hagas nada o métete en mil jardines… ¡Haz todo lo que aporte a tu bienestar!

***

¡Empecemos con algo sencillo! No te vayas hoy a la cama sin haber sido feliz, encuentra algo, enciende unas velas, disfruta de un capítulo de tu serie preferida, camina bajo la lluvia, pisa la hierba descalzo en el parque, pasea por uno de tus rincones favoritos, tómate un café con espuma en un lugar bonito, pon una canción que te encante y cántala muy alto, desvía tu vuelta a casa y pasa por ese edificio que te asombra…

Solamente tú sabes lo que te proporciona felicidad, no te prives, no escatimes, no lo dejes para otra ocasión. Y, si es factible, compártelo junto a esa compañía que añade más placer, más bienestar, más deleite, más dicha, más satisfacción…

 

Camino de Santiago

Camino de Santiago

Me apetece muchísimo contaros una de las mejores experiencias de mi vida, el Camino de Santiago.  Estoy segura de que esta no será la última entrada dedicada a este tema, porque son muchas las etapas, muchas las vivencias y las sensaciones, muchas las ganas de transmitir todo lo que se siente paso a paso.  Pero, por algún sitio hay que empezar…  Comenzaré por haceros un resumen de mi Camino y de algunos aspectos importantes.

¡Buen camino, peregrino!

El Camino de Santiago Mis Palabras con Letras 1

El Camino lo tiene todo para hacerse inolvidable desde la primera etapa hasta la última.  Es imposible que no deje huella en la persona que lo ha hecho, ya sea completo o no, lo haya iniciado por unos motivos o por otros.  Te marca.

En realidad, he vivido esta maravillosa experiencia dos veces.  La primera, hace ya bastante tiempo, fue en pareja y en bicicleta, desde Burgos hasta Santiago en diez días. La segunda la terminamos en agosto de 2019 (¡menos mal!) y fue caminando en familia.  Ambas me gustaron y de las dos guardo recuerdos increíbles, pero, sin ninguna duda, me quedo con el Camino a pie.  Y de ese os voy a hablar.

Camino de Santiago Mis Palabras con Letras 3

Cómo comenzó

Todo comenzó en agosto de 2015 (un verano durísimo para mí), sin tener nada planeado (no, no es la mejor alternativa) y con ganas de escaparnos de la ciudad.  Sin pensarlo mucho y para aprovechar la semana que nos quedaba de vacaciones, se nos ocurrió hacer un tramo del Camino de Santiago, algo que llevábamos desde hace tiempo en la cabeza pero que habíamos ido dejando.  Dicho y hecho, de un día para otro preparamos las mochilas con ropa cómoda y lo básico para empezar desde Roncesvalles una aventura increíble que se prolongaría en el tiempo.

Allí compramos nuestra credencial con ilusión (en mi caso la segunda), rellenamos nuestros datos y pusimos el primer sello de tantos que llegarían durante el trayecto. Ese ritual, al comenzar la etapa y después al llegar al destino, era importante para nosotros, porque suponía un recuerdo más de la travesía. No hicimos el Camino del tirón.  Cada año nos reservábamos una semana para ir haciendo tramos, a veces era en junio (al acabar el curso) y otras durante el mes de agosto.

Camino de Santiago Mis Palabras con Letras 4

Los tramos los íbamos dividiendo y adaptando para que resultasen jornadas de distancia similar.  En general, intentamos respetar las etapas «oficiales», pero no siempre pudo ser y preferimos siempre que no resultasen excesivamente largas y que fuesen más o menos homogéneas.  También se trataba de disfrutar.  El primer año pecamos de inexperiencia, pero nos sirvió de lección para organizarnos mejor. El resto de los años planificamos mucho mejor todo y con la previsión adecuada.

Nuestros tramos

  • 2015: Roncesvalles – Estella
  • 2016: Estella – Burgos
  • 2017: Burgos – León
  • 2018: León – O Cebreiro
  • 2019: O Cebreiro – Santiago de Compostela

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La señalización en el Camino de Santiago

En general, la señalización es buena, gracias a las indicaciones y fundamentalmente a las señales de pintura amarilla que vas encontrando y que te orientan para saber por dónde debes seguir.  Hay que tener precaución porque a veces las cambian o las tiran buscando que sigas la dirección que les conviene.  Sin embargo, normalmente no hay pérdida y continúas el recorrido sin temor a equivocarte

En mi opinión, también varía según las zonasNavarra: disponías de unas carteles muy ilustrativos al comenzar cada etapa, que solíamos fotografiar para que nos sirviese de referencia La Rioja: las indicaciones también era muy buenas e incluso te iban señalando distancias en medio del itinerario, cosa que se agradece para controlar cómo vas.  Castilla: deben mejorar considerablemente los caminos, las indicaciones y las sombras que escasean.

En Galicia se nota que les interesa esta vía de turismo. Desde poco antes de Cebreiro, cada 500 metros, han colocado un mojón de granito que te indica los kilómetros que te quedan hasta Santiago y el paraje donde estás. ¡Genial! ¡Así se cuida a los peregrinos!

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Recomendaciones para el Camino de Santiago

Antes del iniciar el Camino y, sobre todo, si no estás muy acostumbrado a andar, es aconsejable «entrenar» un poco previamente. Al principio, pueden ser paseos cortos, que después hay que ir alargando progresivamente.  Tampoco va nada mal hacer alguna salida al monte, para habituarse a las subidas y bajadas (muy frecuentes en algunas partes).  No obstante, os digo que el mejor entrenamiento es el propio Camino, porque vas cogiendo la forma y adaptándote a carminar mejor cada día.

Conviene comenzar el día caminando con tranquilidad y paulatinamente ir cogiendo el ritmo.  Por supuesto, hay que hacer todas las paradas que sean necesarias y, si vas en grupo, tener en cuenta también cómo van los demás.  En cualquier caso, hay que mantener siempre un paso que nos resulte cómodo, que no nos obligue a un esfuerzo adicional.  Y por otra parte, cada uno -mejor que nadie- sabe si prefiere llevar un palo de apoyo o no. 

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Otra de las recomendaciones fundamentales que, creo que debe tener en cuenta todo peregrino, es que hay que madrugar.  Y esto es por varias razones.  Si te levantas temprano (de noche incluso, cuidado con esto) puedes llegar antes a tu destino y evitas las horas más fuertes de sol.  Además, así consigues llegar a la hora de comer, puedes reponer energía y descansar ya tranquilamente con una buena siesta, por ejemplo.

No siempre es posible y en ocasiones tienes que parar y tomarte las cosas con calma, pero sí es muy recomendable.  Nosotros cada mañana nos despertábamos con la frase: «Buenos días peregrino, el camino espera».  Y, dependiendo del sueño y del cansancio acumulado, había que repetirla con más o menos intensidad y más o menos volumen.  También, si llegas pronto, puedes descansar y posteriormente visitar el lugar al que has llegado, porque hay verdaderas joyas que hay conocer.

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El Camino francés

Elegimos el Camino francés y nos descargamos una guía que encontramos en la página de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Zaragoza, concretamente de aquí.  Nos sirvió de ayuda y durante el desayuno leíamos el itinerario que nos esperaba y decidíamos, en función de las distancias y los pueblos que había de paso, el lugar donde haríamos un receso para almorzar.

Está bien contar con información, porque te dan consejos, te ofrecen distintas opciones cuando existen, te avisan sobre posibles señales que confunden o sobre trucos poco apropiados que se utilizan para desviarte de la senda trazada.  Hay que tener en cuenta que el paso de peregrinos por una localidad supone una buena fuente de ingresos, muy importantes para sus habitantes, sin olvidar la vida que da al mundo rural que atraviesa.

Me encantó este Camino, no obstante, me apetece muchísimo hacer la primera parte por Aragón, conocer el Camino de Santiago aragonésTarea pendiente, sin duda.

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La mochila

Otro aspecto fundamental: tema mochila.  Conviene llevar lo imprescindible y siempre contar con ropa de abrigo, chubasquero o capa (cuanto más tape mejor), calzado de descanso, calzado alternativo para caminar, protección para la cabeza, protección impermeable para las mochilas, así como para móvil o la cámara de fotos, crema solar, recipiente para el agua y, sobre todo, un buen botiquín porque resulta muy útil.

En el botiquín hay que meter productos para las temidas ampollas (para las distintas partes del pie, no solo para el talón, porque los dedos también sufren lo suyo), una cantidad generosa de tiritas, algún antiséptico y desinfectante para pequeñas heridas o cortes superficiales, así como algún producto refrescante y revitalizante para cuando sientes las piernas cansadas o te duelen los pies al final del día.  ¡Te devuelve la vida!

Si tienes problemas de espalda o no puedes llevar peso, a lo largo del camino, existen numerosas empresas que la llevan por ti hasta donde quieras.  Aunque puedas rechazar esta opción a priori, nunca la descartes definitivamente.

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Sensaciones en el Camino de Santiago

Desde luego, una de las sensaciones más gratificantes después de andar y andar es la de vislumbrar a lo lejos el lugar en el que vas a descansar, la meta de la jornada.  También la de meter tus pies en algún riachuelo que encuentres y darles así un respiro. Otra es cuando, por fin, puedes quitarte la ropa sudada y las botas (o el calzado que sea), así como los calcetines.  Y, por supuesto, la de sentarte a la mesa para saborear una deliciosa comida tras miles de pasos, es inigualable.

Esa es otra de las maravillas del Camino de Santiago, la cantidad de cosas que te permite descubrir: lugares, con su gente, sus carácter y sus monumentos, los paisajes que atraviesan nuestro país, llenos de riqueza y contrastes; los productos de cada zona, con sus variantes y toque propio; los espacios para recibir a los peregrinos y sí, por qué no resaltarlo, la increíble gastronomía que te espera y te sorprende en cada rincón.  ¡Qué difícil es no acertar con la elección!

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Recorrer el Camino entre zonas verdes en Navarra, entre vides en La Rioja, entre grandes campos casi sin límite en Castilla o entre los maravillosos bosques gallegos es un privilegio.  Adentrarse en sus monumentos, sus iglesias, catedrales, edificios singulares, sus calles es un regalo. Probar sus quesos, sus embutidos, sus vinos, saborear las carnes, los pescados, el marisco, las legumbres, las verduras, descubrir sus guisos, sus tapas, sus especialidades, su forma de cocinar es un placer.  Tengo que darle la razón a José Andrés, nuestro país es el más rico del mundo.

Otra emoción increíble durante esta experiencia es la de caminar, en ocasiones solo, a distancia, pensando y observando, en soledad, en silencio, para adentro.  En otras acompañado, en amena conversación o intercambiando pareceres, filosofando sobre temas relevantes o contando simples anécdotas.  A veces, cantando y riendo, otras discutiendo o dialogando con criterios dispares.  Siempre dejando huella.

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Los peregrinos 

Evidentemente, tienes oportunidad de conocer a más gente si haces el Camino solo, sin compañía.  Pero ir en grupo no te impide conocer gente de aquí y de otras partes del mundo e ir intercambiando impresiones mientras caminas o cuando llegas.  Es inevitable ir coincidiendo con distintas personas o grupos.  Entonces compartes tu experiencia, tus remedios para el desgaste de los pies, tus motivos para embarcarte en esta travesía o simplemente de dónde vienes.

Hay quien prefiere no hablar y aprovechar las etapas para conocerse mejor a sí mismo, no obstante, te reconoce de ir encontrándote y te saluda.  Otros son más habladores y entablan enseguida conversación presentándose. Pero, en todos los casos, notas algo especial cuando te deseas «buen camino» y tu boca esboza una sonrisa verdadera, porque lo dices de verdad.  Esto ocurre más en la primera parte del camino (Navarra, La Rioja o Castilla), porque el número de peregrinos es menor.  En Galicia, se incrementa muchísimo, casi es una romería, y entonces la frase pierde un poco el valor.

Yo repetiría la experiencia de hacerlo con mi familia una y mil veces. Juntos, hemos compartido vivencias que estoy segura de que se han quedado en nuestra memoria para siempre.  Y, aunque he tenido que escuchar muchas quejas de mis hijos porque no son las vacaciones habituales, por los madrugones, por el cansancio… Sé que lo recordarán con cariño, como algo nuestro, porque nos ha permitido disfrutar de muchos momentos y eso permanece, tal vez no ahora, pero sí con el tiempo.

Por otra parte, también siento que aún me queda Camino que recorrer y no sé cómo será.  ¿Mi sueño? Hacerlo desde Somport del tirón, sin una agenda marcada, parando y disfrutando de acuerdo con el momento y las ganas, sin un fin marcado en el calendario, solamente con el propósito de terminarlo. Hice una petición acompañada de una promesa al santiño, espero tener que cumplirla.

Santiago de Compostela 

Y, casi de repente, llegas al final.  Me reservo para otra próxima entrada mi llegada a Santiago.  Sirva como anticipo que lloré, que lloré mucho, como una niña, porque se mezclaron un millón de sentimientos y de emociones, porque viví una de las sensaciones más fascinantes de mi vida.   Y sentí pena, porque esa experiencia imborrable había concluido, porque puede haber otros, pero ya no serán iguales

Si os apetece, otro día os lo cuento todo con más detalle.

Y sí, abracé al Santo.  Pero esa es ya otra historia.

 

La importancia de las raíces

La importancia de las raíces

Hace un tiempo os hablé de la importancia de los detalles, en esta ocasión me propongo reivindicar la importancia de las raíces. 

Comencemos con su definición, según la RAE.  En concreto, vamos a quedarnos con las acepciones que nos interesan, más allá de que es un órgano de las plantas que crece en dirección inversa a la del tallo.

Raíz: Parte de una cosa, de la cual, quedando oculta, procede lo que está manifiesto.  Causa u origen de algo.

Tener raíces:  Dicho de una persona: Ofrecer resistencia para desprenderse de algo.

Echar raíces: Fijarse, establecerse en un lugar.  Dicho especialmente de una pasión: Afirmarse o arraigarse.

La importancia de las raíces 1 Mis palabras con letras

Y precisamente, aunque esta entrada la tenía prevista hace tiempo y ya en borrador, acabo de ver un anuncio de la marca Cruzcampo, en el que la protagonista es una «resucitada» Lola Flores.

La cervecera sevillana lanza esta campaña en un contexto social en el que la vuelta a las raíces y a valorar lo realmente importante cobra más relevancia que nunca, defendiendo la autenticidad como vía para salir adelante.

«…manosea tus raíces, que de ahí siempre salen cosas buenas»

También aparece en ese anuncio la artista y cantante María José Llergo, que acertadamente indica:

«Es vital que mis referentes tengan visibilidad. Son la raíz de donde yo bebo. Sabiendo de dónde vienes puedes llegar a donde quieras»

La importancia de las raíces 2 Mis palabras con letras

Esas raíces son nuestra herencia inmaterial, un tesoro que nos entregan, que vamos ampliando y mejorando, rechazando o modificando lo que no nos parece adecuado, para luego dejarlo en otras manos.

La importancia de las raíces 3 Mis palabras con letras

Me encuentro también con una frase del Dalai Dama que creo que ya conoceréis, porque se utiliza mucho, y que encaja perfectamente con este tema:

“A quien amas dale alas para volar, raíces para volver y motivos para quedarse”

Es un excelente resumen y una base imprescindible para educar, para amar, para compartir la vida… Y se me escapa una sonrisa al pensar en ciertos programas de televisión que ponen a prueba la fidelidad ( lo que ellos consideran fidelidad) de unos inconscientes.

Dar raíces para volver es crear un compromiso, es seguridad y también es libertad, es echarse de menos y es querer compartir, es no sentirse obligado y es confianza.  En definitiva, es ir caminando por una senda conjunta, no siempre recta y bien indicada, porque así se quiere y porque nos hace sentir mejor, nos aporta valores, sensaciones, emociones y sentimientos de los buenos.

La importancia de las raíces 4 Mis palabras con letras

Siento realmente que nuestras primeras raíces están en la familia, en la que nacemos y en la que después formamos, sea de una forma o de otra y aunque sea imperfecta.  De ahí, la trascendencia de los recuerdos vividos y creados a partir de pequeños detalles, de las enseñanzas aprendidas a fuerza de repetir el mensaje, de lo observado en el comportamiento de nuestros referentes, de los consejos ofrecidos desde el amor y la experiencia.

Y, cuando nos falta una de esas raíces, es cuando descubrimos y admiramos su legado, cuando somos conscientes de todo lo que nos dejó en forma de enseñanza a través de sus actos, de sus palabras, de su presencia, de sus gestos, de su forma de vivir… Es entonces cuando más recurrimos a sus opiniones, a sus advertencias y, sobre todo, a sus recomendaciones.

«Las hojas deben volver a las raíces» (proverbio chino)
“Cuando partes de tu raíz, de la fuente, florecen todas tus otras habilidades» (Sri Sri Ravi Shankar)

La importancia de las raíces 5 Mis palabras con letras

Volver a nuestro origen, a nuestras raíces, puede ser la solución o puede mostrarnos el camino para resolverlos o afrontarlos.  Muchas veces es necesario volver a nuestros afectos, a nuestros vínculos verdaderos, a quien nos quiere sin condiciones, a esa amistad auténtica y forjada en mil batallas, a esos pilares que son firmes y constantes… para encontrarnos con nosotros mismos, para aguantar las tormentas y los vendavales que pretenden tumbarnos.

¿Dónde nos hemos protegido durante el confinamiento de este año? En nuestro hogar, donde estaba lo que nos importa, lo que nos preocupa, lo que nos da vida.  ¿Y qué hemos hecho? Cuidar los unos de los otros, dedicar más tiempo a estar juntos, a compartir momentos, a comer a la misma hora en torno a una mesa participando en conversaciones, dando ánimos, incluso discutiendo a veces… creando raíces en una etapa complicada, llena de incertidumbre.

Hemos cuidado de nuestros mayores, les hemos atendido e intentando que no se sintiesen solos.  También hemos vuelto a cocinar despacio, a preparar postres y a buscar nuevas recetas. Nos hemos preocupado por hacer nuestra casa más cómoda, más práctica, la hemos convertido en oficina, en gimnasio, en sala de juegos… Y hemos entregado más espacio y horas a lo que teníamos pendiente, a pensar, a reflexionar en lo indispensable.  Nos hemos refugiado.

Os propongo que arranquemos de raíz todo aquello que nos impide ser felices, que abordemos directamente la raíz de nuestros problemas y que echemos raíces donde nuestro corazón se sienta bien, reconfortado y querido.

Y no olvidemos la frase de José Martí:

«Lo pasado es la raíz de lo presente, ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es»

Ni el fragmento del poema de Octavio Paz «Dos cuerpos»:

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Ni estos versos de Pablo Neruda:

Pero olvidé que tus manos satisfacían
las raíces, regando rosas enmarañadas,
hasta que florecieron tus huellas digitales
en la plenaria paz de la naturaleza.

O estos otros:

Nadie recogerá mi corazón perdido
entre tantas raíces, en la amarga frescura
del sol multiplicado por la furia del agua,
allí vive la sombra que no viaja conmigo.

A veces, volver a nuestras raíces hace que todo tenga sentido.  Cuando más perdidos estamos, cuando el mundo parece volverse loco, cuando precisamos desahogarnos… necesitamos volver a nuestra familia, a nuestros amigos de siempre… en definitiva, a nuestra casa, a la del corazón, a la de lo sencillo, a la que nos da paz o consuelo, a la que nos reanima con un abrazo, a la que responde a nuestros interrogantes, a la que es capaz de orientarnos, a la que te devuelve la tranquilidad…

Nada material, pero con un valor incalculable.

“Quizás estés buscando entre ramas, aquello que solo aparece en las raíces» (Rumi)
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¡Empecemos con algo sencillo! Crea un bonito recuerdo con la primera persona que te venga a la cabeza al pensar en quién sostiene tu árbol, en quién lo ata a la tierra, en quién aporta el alimento para que tú sigas viviendo, en quién se va extendiendo para que nada te falte